Era demasiado bonito para ser verdad. Los yihadistas del Estado Islámico no pueden dejar e paz el patrimonio e Irak, no sé si porque se sienten excluídos de esos recuerdos de un pasado glorioso o porque tienen la pretensión de que la Historia que merece ser recordada empieza, no con Mahoma, como aseguran, sino con ellos mismos.
Entre las piezas destrozadas en el Museo de Mosul están las estatuas de Hatra, una ciudad árabe que hacía de encrucijada entre el Imperio Romano en el oeste y el Imperio Parto en el este.
"Por lo que pude ver, la mayoría de las piezas han sido reemplazadas por réplicas de yeso, pero muchas piezas aténticas han desaparecido enre las manos de estos bárbaros", dice Lamia al-Gailani Werr, una arqueóloga iraquí afincada en Londres.
Las estatuas de los lamassus, unos seres mitológicos con cuerpo de toro, alas de pájaro y cabeza humana, procedentes de Nínive, han sido destruidas. Eran demasiado conocidas y pesadas para vender en el mercado negro.
"Las piezas pequeñas serán recuperadas en la segunda mitad del siglo XXI, o a principios del siglo XXII. Las piezas pasan de padres a hijos y de estos, a los nietos. Los nietos no saben qué carajo es la pieza antigua que ha terminado en el desván y se la ceden a un museo. Ha pasado antes y me temo que volverá a suceder".
El Ministerio de Antigüedades de Irak ha informado de daños por parte de soldados del Estado Islámico en el sitio de Ninrod, pero no de la gravedad de los mismos. Ninrod fue una e las cuatro capitales administrativas del Imperio Asirio.
"Nimrod es el topónimo actual", me explica el asiriólogo Niclolas Postgate. "El nombre antiguo era Kalhu, pero en la Biblia aparece como Cala..."
A principios del siglo IX a de C, Asurbanipal la convierte en la capital administrativa, la dota de un zigurat o torre escalonada, nuevos templos y un palacio cubierto por escenas de la vida de los reyes asirios,como batallas, reyes recibiendo vasallaje de los pueblos sometidos, escenas de reyes realizan ritos, e imágenes de genios.
Nimrod fue xcavada entre 1845 y 1851 por Austen Henry Layard, y a madiados del siglo XX por Max Mallowan, el marido de Agatha Christie, la escritora de misterio.
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