domingo, 24 de mayo de 2015

EL MAESTRO DEL AGUA, de Russell Crow. Memoria histórica tras la Primera Guerra Mundial.

"Esos héroes que derramaron su sangre y perdieron sus vidas, ahora yacen en el suelo de un país amigo. Por lo tanto, descansan en paz (...) ustedes, madres que enviaron a sus hijos desde países lejanos, limpien sus lágrimas. Sus hijos yacen en nuestro seno y están en paz. Después de haber perdido la vida en esta tierra, se han convertido en nuestros hijos".

KEMAL ATATURK.

Esta película es australiana, no española. Habla de la Primera Guerra Mundial, no de las guerras posteriores. Las imágenes sobre la amistad del granjero Connor ( Russell Crow), en busca de sus hijos desaparecidos y presumiblemente muertos, con el oficial turco que presumiblemente los mató en las playas de Gallípolli, nos habla de una época en que los militares todavía querían guiarse por ideales caballerescos pero los avances en la fabricación de armas en los siglos anteriores se lo impedía.
En la película vemos a oficiales turcos y británicos trabajando juntos para recobrar a los muertos, y si es posible, dar a cada cadáver un nombre. Ya dije en otra entrada que es la primera guerra que se considera que los vivos tienen un deber con los que se quedaron atrás. Bertrand Tavernier filmó otra cinta sobre el tráfago de los familiares de los poilous franceses para reclamar sus muertos en el frente occidental. Se llama LA VIDA Y NADA MÁS.
El guionista buscaba un tema sobra la historia de Australia cuando dio con una carta de un oficial llamado Ciryl Hughes, teniente coronel de la Comisión Imperial de Tumbas de Guerra. En esa carta había unas líneas sumamente evocadoras: "Un tipo logró llegar aquí desde Australia, en busca de la tumba de su hijo".
Connor llega a una Constantinopla en decadencia, que las potencias aliadas están repartiéndose, tras el armisticio, firmado en 1918, en la isla griega de Lennos.
Vemos el enfrentamiento con unos griegos casi caricaturescos en su maldad, que acaban de desembarcar en Esmirna, mientras que los británicos hacen la vista gorda. El conflicto no acabará hasta 1922, con el afianzamiento en el poder del general Mustafá Kemal, que no sería llamado Ataturk, "padre de todos los turcos" hasta 1934, cuando la Gran Asamblea obligó a todos los ciudadanos a adoptar un apellido "turco".

PARA VER:
https://www.youtube.com/watch?v=8AJjR_bGg9w 

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