miércoles, 3 de junio de 2015

200º aniversario de la Batalla de Waterloo.

El ujier asoma su cabeza, tras una larga galopada desde París, por encargo de Luis XVIII, y comunica a los asistentes del Congreso de Viena de 1815 que Bonaparte ha escapado de su encierro en la isla de Elba, en el Mediterráneo. La respuesta es una carcajada general, pero la reacción es la adecuada a medida que los diplomáticos de las potencias europeas absolutistas van sabiendo que Napoleón es visto como el salvador de los ideales revolucionarios y aclamado por donde pasa.
Ya en París da un giro liberal a su política, que no gusta a los revolucionarios. Intenta apaciguar a sus enemigos con una larga colección de correspondencia diplomática. Los embajadores ingleses le devuelven sus cartas sin abrirlas.
Inglaterra, Holanda, algunos principados alemanes y Prusia forman la Sexta Coalición Antibonapartista, cuya misión es tachar a Bonaparte de la política europea. Bonaparte tiene dos opciones: o prepara París para un asedio o intercepta a los ejércitos por separado en Bélgica antes de que se unan. Eso es factible. Hay una gran desconfianza entre Blücher, el mariscal de campo prusiano, y Wellington, el comandante de las tropas inglesas por cuestiones políticas. Las vias de aprovisionamiento de ambos ejércitos no son las mismas. Los carros de bagajes ingleses partes de Bruselas y los de los prusianos de Lieja.
Napoleón empieza con un ataque sobre las aldeas de Quatre Brass y Ligny. El ejército de Blücher es repelido y se le pide a Grouchy que lo hostigue en su retirada, presumiblemente al este. Grouchy acata la orden con retraso.
Al día siguiente, 18 de junio. tienen ligar los combates de Wabre y de Mont Saint Jean, intersección de caminos entre Nivelle y Bruselas. Hay que atacar a los cuadros de casacas rojas de Picton, que contrarrestan los ataques franceses y resisten. Dicen que Picton había perdido su indumentaria militar y luchó con ropa de civil y se defendió de los sables franceses con su paraguas.
Los británicos resisten ataque tras ataque en la granja fortificada de Hougomount.
Por su parte, los prusianos no se han retirado al este sino hacia el norte, justo por donde Grouchy debería haberse reincorporado al combate contra los británicos. Napoleón no ataca de inmediato a los reci´n llegados, y cuando pretende hacerlo, es tarde para ello. Las lluvias de la noche anterior han reblandecido el suelo y es imposible maniobrar por el campo de batalla con las cureñas de los cañones. Ingleses y prusianos se unen, así que la batalla ha fracasado.
El general Cabronne entrega el sable y firma la capitulación. Napoleción se traslada a París. Los elementos populares aún le aclaman, pero sabe perfectamente que si se queda en la capital francesa será ejecutado por los realistas, y que si no abdica, presumiblemente estallará una guerra civil que aprovecharán Rusia y Gran Bretaña, para afianzar su peso político en Europa. Se entrega a los britanicos el 3 de julio en Rochefort, tras pasar una niche en la Malmaison, donde tan buenos recuerdos pasó con Josephine Beauharnais. Esta vez será confinado en una isla del Atlántico Sur, en Santa Helena.

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