jueves, 28 de julio de 2016

"Me iré cuando lleguen las lluvias"., de Alexandra Fuller. Crónica de un fracaso sentimental.

Robert Mugabe jura el cargo presidencial por septima vez. !Qué crack!
Cuando Alexandra (Bo) Fuller encontró a su futuro marido, Charlie Ross, en Zambia, parecían la pareja perfecta. Los dos eran guapos, aventureros pero con los pies en el suelo. Ella siguió a Charlie a una nueva vida en Wyoming. Tuvieron hijos. Y caballos. Y un coche cada uno. Y una cabaña ara el fin de semana.
Para los extraños parecían la pareja de profesionales liberales perfecta. Pero las diferencias de criterio entre ellos estaban empezando a corroer la relación. Cuando llegó la crisis de 2008, la empresa financiera de Charlie fue una de las que quebró a causa de la recesión. La crisis financiera que todos vivíamos en mayor o menor medida también expuso la crisis matrimonial.
En el libro autobiográfico ME IRÉ CUADO LLEGUEN LAS LLUVIAS, Fuller expone y analiza las razones por las que su matrimonio fracasó y habla de su infancia en Rodhesia, en plena guerra civil, y de cómoesto subsconscientemente afectó a su matrimonio.

Esta es la historia de dos personas que se enamoran, a pesar de que tienen dos carácteres totalmente opuestos. Háblanos delosdos combatientes.

Yo vengo de una familia de personas, apasionadas y excéntricas, que teatralizan lo bueno y lo malo. Se desenvuelven bien en el caos. Saben a qué tienen que prestar atención. Cherlie representaba la calma. Venía de los Estados Unidos, en busca del sabor auténtico de África. Me solía decir, en los primeros compases de mi noviazgo:"No te preocupes. Su pasa algo, llamarán a los marines". Y eso me calmaba. 
Tras una infancia en medio de una guerra civil necesitaba calma. Para él yo era lo exótico, la aventura. Para mí, él apelaba a mi necesidad de calma y seguridad.

Escribes:"MIS PADRES CONSIDERAN EL CAOS COMO UN INGREDIENTE IMPORTANTE EN LA VIDA COTIDIANA". Danos un ejemplo de ese caos.

El ejemplo es que recibo una llamada internacional desde casa. Mi madre dice que la sensación de esta semana ha sido una cena con algunos amigos del Este de Europa. Hubo grandes cantidades de vodka y caviar, y mi padre terminó, como mis padres dicen eufemisticamente, "sobreexcitado", y se negó a conducir, por precaución, cuando llegó la hora de irse. Entonces mi madre condujo, llevándole a él en el techo del todoterreno.
Esta pareja, que resulta que son mis padres, debieron ser la sensación de Lusaka. Mi madre es una pésima conductora, así que condujo como si se tratara de un rally mientras mi padre se agarraba al techo del todoterreno y gritaba. Cuando me contó la historia, mi madre decía: "No sé si tu padre cantana el Chorus Allelujah  o estaba tarareando la overtura de 1812." Para matarlos. (Risas)

El libro también nos lleva a la Guerra Civil de Rodhesia.¿Cómo afectó la guerra civil y la descolonización a tu infancia?

Fue una guerra racial. Había un montón de granjeros y terratenientes blancos que tenían acceso a los votos, los hospitales, la educación y el reparto de tierras. Había seis millones de Zimbabweños negros que vivían y trataban de alimentar a sus familias con las peores tierras. Su acceso al voto era limitado. Tenían dispensarios mal equipados y malas escuelas. Una de las cosas que aprendí en mi infancia es que ser una propietaria blanca me hacía superior a esos seis millones de campesinos negros.
Lo peor de la guerra es que me puso en un estado de alerta continua, incluso cuando las hostilidades terminaron. Mi hermana Vanessa y yo siempre esperábamos la próxima desgracia, la siguiente tragedia. La inocencia de la infancia, la que se tiene a los 11 o 12 años, no existió para nosotras. El mundo no era seguro y las cosas  no permanecían.

¿Qué sientes hacia el dictador de tu país, Robert Mugabe?

Cuando volví a Rodhesia para escribir un artículo sobre la reforma agraria promovida por Robert Mugabe me di cuenta que no se podía construir un futuro democrático para Zimbabwe si este está cimentado bajo el recuerdo de la guerra y la desigualdad.
Robert Mugabe es un producto de la guerra. Se mantiene en el poder porque ha convencido a sus seguidores de que la guerra continúa, aunque nadie dispare una bala ya.

También fuísteis víctimas del crack financiaro de 2008. Habla de eso.

Pienso que decir que éramos las víctimas es ser demasiado condescendiente con nosotros. Fuimos perpetradores. Eramos codiciosos y los pagamos, porque el sistema lo permitía. La clase de sistema que te convence que puedes conseguir un montón de dinero dando muy poco a cambio. Lo llamaban dinero barato. Aunque mi instinto africano me decía que esa clase de crédito ni existía, ni era sostenible.
Teníamos un montón de cosas, y parecía que el momento de pagarlas no llegaba. Aunque Charlie me mostró un libro de contabilidad no entendí mucho, porque era una irresponsable. Consentí en ser una ignorante financiera, aunque el instinto me decía que algo no era normal, aunque estuviésemos en los Estados Unidos.




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