La dirige Santiago Mitre, un director argentino. El protagonista es el presidente de la República Argentina, Hernán Blanco, interpretado por Ricardo Darín. Blanco tiene que luchar en dos frentes muy distintos. Por un lado, tiene que representar a su país en una cumbre de líderes latinoamericanos para decidir si se deja entrar a las empresas privadas en un consorcio petrolero internacional. Por lealtad, Argentina debe apoyar las propuestas de Oliveira Petre, el presidente de Brasil, que se convertiría en un jugador importante del juego geopolítico si decide imponer si visión al resto de los mandatarios.
Sólo que México quiere aislar a Brasil, y el hombre con el voto clave es Hernán Blanco. Eso daría entrada a los intereses norteamericanos y aislaría las ambiciones de Oliveira Petre. ¿Qué decidirá nuestro hombre?
El otro frente es el que más me ha llamado la atención, porque es una bonita fábula de cómo vemos las personas de a pie a los políticos. Blanco tiene una hija, Marina ( Dolores Fonzi), bastante inestable psicológicamente. Su yerno, Caamaño, que tampoco está mucho mejor a causa de su adicción a las drogas, amenaza a Blanco con una demanda que podría enviarle a él mismo a la cárcel por difamación. Como sus propiedades están a nombre de Marina, esta también sería encarcelada.
Como todos los padres del mundo, Hernán Blanco quiere proteger a su hija pero, paradojicamente, el poder que le envuelve es lo que se lo impide. Marina se siente anulada por su padre, por lo que representa.
Cuando el problema se arregla inesperadamente, con una sobredosis por parte de Camaño, Hernán, que no ha hecho todavía nada para solucionar ese problema en concreto, pierde también a la hija. Marina pasa a considerarlo un asesino, atribuyendo a su progenitor una maldad y un poder para ejercer el mal que no tiene.
PARA VER:
https://www.youtube.com/watch?v=1QkBK7017KQ
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