miércoles, 3 de junio de 2020

Los manatíes y la leyenda de las sirenas.

Son unos animales tan singulares que dieron lugar a la leynda de las sirenas. Los manatíes, emparentados con los elefantes, son hoy una especie amenazada, pero hace tiempo eran una especie mitológica. Le contamos el por qué de este singular mito y cómo llegaron a confundir incluso a Colón.



Agosto de 1492. Unos marineros de la tripulación de la Santa María han visto sirenas por la amura de estribor. Colón percibe desde el alcázar el trasiego de hombres y decide, por curiosidad acercarse. Colón ya observado sirenas en las costas de Guinea años atrás pero de lejos. Ahora los hombres las pueden ver a poca distancia del casco de la carabela insignia en las aguas tranparentes del Caribe. Colón se llevó una desilusión, pues los rasgos de las criaturas le parecieron hombrunos, según nos cuenta Bartolomé de las Casas.

Los manatíes son unos parientes lejanos de los elefantes que evolucionaron para llevar una vida acuática. Hay tres subespecies de manatí en el Atlántico y una en el Indo Pacífico. En el Atlántico están la del Atlántico, la del Caribe y la del Amazonas, así como el manatí de áfrica Occidental. En el Indo Pacífico se encuentran los dugongos.

Los manatíes son unos animales pacíficos que pastan vegetación submarina. Tienen una piel muy sensible que solo tolera temperaturas superiores a los 20 º C. Por debajo de esta temperatura mueren. La leyenda y la confusión con las sirenas se debe a que nadan despacio, sin prisas, y cuidan a sus cachorros con firmeza, porque las hembras no se aparean hasta su quinto año de vida- y en ocasiones hasta el décimo- y solo tienen una cría cada dos o tres años. Esto recuerda al amor y la firmeza con la que una madre humana cuida a los niños de su prole.

Para los europeos los manatíes se transformarían en sirenas. Para los mayas en espíritus de la maternidad. Los waraucos del Orinoco los relacionaban con las estrella y llamaban a la Vía Lactea "el camino del manatí". Pero eso no les impidio cazarlas para extraer su oído interno y hacer con el amuletos, y moler el resto de sus huesos para hacer medicinas contra la artritis. Otros indios amazónicos hacían látigos con su piel o hervñian su carne y, con el caldo resultante, combatían el asma. Los pueblos de la costa occidental de áfrica las temierony adoraron como sirenas. Pero también las cazaban, las comían y utilizaban sus testículos para hacer remedios contra la impotencia.

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