ATILA, de Dick Lowry.

Atila es una de los grandes genios militares del periodo del Bajo Imperio Romano, una época de inestabilidad política y malas cosechas, situada entre el siglo III y el V. La clave del éxito de Atila frente a otros líderes bárbaros consistía en la extorsión a  los dos emperadores de lo que quedaba del Imperio Romano. Exigía tributos a cambio de no emprender acciones militares y saquear ciudades. Para mentalizar a los romanos de lo saludable que era pasar por el aro ordenaba a su caballería hacer una serie de atrocidades calculadas. Los supervivientes llevaban el mensaje propagandístico de lo que se suponía que pasaba si no se cedía al chantaje.

Cuando el débil emperador Valentiniano III y su madre Gala Placidia decidieron no pagar Atila saqueó varias ciudades galorromanas a pesar de la derrota de los hunos en los Campos Catalaúnicos a manos del rey visigodo Teoidorico y del general romano Flavio Aecio.

Al año siguiente Atila está a las puertas de Rávena y es el papa quien le convence de que no saquee la capital del Imperio Romano de Occidente aunque este hecho, tan decisivo, no aparece en el telefilme.

La miniserie tiene muchos fallos históricos. Atila no mató a su hermanastro Bleda en un combate singular sino que este murió en circunstancias poco claras durante una cacería. Aecio y Atila no mueren asesinados con escasos días de diferencia sino que Gala Placidia dejó pasar un año antes de ordenar el asesinato del general romano. Atila muere en 452, y Aecio en 454.

Se simula una relación amorosa entre la princesa romana Honoria y Atila mientras es rehén en Roma, aunque esto nunca sucediese en la realidad. Gala Placidia dice que una princesa de Roma jamás será esposa de un bárbaro. ¿Por que se casó ella entonces con el líder de los visigodos, Ataulfo?

Más fallos. Atila es un hombre caucásico de unos 30 años en el moimento de su muerte. En realidad era de mediana edad y posiblemente tenía rasgos asiáticos. Pero claro, por alguien así no va a sentir simpatía el público femenino. Por falta de costumbre.

La realidad es que la mayoría de los pueblos germánicos querían formar parte del Imperio Romano, no pegarle fuego. Las negativas de Roma y Constantinopla a admitir a todo el mundo como ciudadanos, y la imposiblidad física de Europa de admitir y proporcionar lo que necesitaban a todos esos pueblos en una época en la que incluso los ciudadanos romanos estaban mal abastecidos, precipitó la caída del Imperio Romano de Occidente.