Ciega el calor, y con él carteristas y demás artistas del hurto dejan el subsuelo y salen a la superficie. Tras pasar el invierno desvalijando a los incautos en el metro, muchos de estos delincuentes emigran hacia playas y demás lugares turísticos para intentar hacer el agosto. Sepa cómo evitar que te arruinen el verano.
La maleta pesa y es difícil de cargar por las escaleras que llevan a la superficie. Cuatro mujeres jóvenes se acercan a Adela. Yulia, una chica de los países del Este robusta, se ofrece a ayudar a Adela y levanta la maleta como si nada. Por detrás otra le roba la cartera y se la entrega a una tercera que abandonará la estación el solitario en el próximo convoy de metro. Las tres se encontrarán en un punto acordado.
Al final de la escalera Yulia deja de cargar con la maleta. La víctima incluso le da las gracias. Por suerte para Yulia no intenta echar mano de la cartera, por lo que la rusa tiene tiempo para alejarse y huir de la estación y de los guardias de seguridad del metro antes de que la chica eche en falta su cartera y la denuncie.
A varios metros bajo tierra, en su despacho en la Comisaría de la Estación del Sol, el jefe de la Brigada Móvil de la Policía del Transporte ha contemplado la escena. "No podemos hacer mucho- me explica con un suspiro-. El carterismo es una falta de hurto si no se roban más de 400 euros, y si el dinero no sale de la billetera. Y claro, nadie se pasea con unas sumas tan elevadas en un autobús o en el metro".
El hurto implica penas de prisión de seis a ocho meses, cuando lo robado supera los 400 euros. También saben los carteristas que si no hay violencia de ningún tipo, ni el menor forcejeo, los fiscales son indulgentes. Tampoco no tener un domicilio fijo o conocido ayuda.
La mayoría de los carteristas acumulan penas de hurto porque es su modo de ganarse la vida. Se los puede amenazar con la expulsión pero la mayoría procede de países que sufrieron guerra en los años 1990, y ni siquiera están registradas como ciudadanos en los censos, por lo que Bosnia o Croacia no aceptan la extradición. "Las autoridades de Seguridad del Metro suelen imponer órdenes de alejamiento. Solemos asustarlos cuando los cogemos por décima vez con la expulsión del país pero algunos tienen hijos con nacionalidad española, y ahí entramos de lleno en el reino de los Servicios Sociales", explica Frutos, el Jefe de la Brigada Móvil del Transporte.
"Lo mejor no es obsesionarse con los carteristas, pero tampoco dejar de tomar precauciones como no dormir en los vagones del metro o viajar en el mismo bajo el efecto del alcohol y las drogas de madrugada. Los chinaores pueden cortar la tela del bolsillo del pantalón y llevarse tu cartera y tu móvil. No dejar que las personas mayores o con problemas de movilidad viajen solas, porque un tironero puede darles un sulto en un lugar tan comprometido como las escaleras mecánicas del metro y causarles una lesión. Es duro decirlo pero me gustaría que sucediera más a menudo porque entonces sí que podríamos encarcelarles. No hay que estar pendiente del móvil en el andén o leyendo. Creo que eso es todo".
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