La fama de saqueadores de los miembros de este grupo germánico se debe a que eran unos arrianos fanáticos que, desde una posición de minoria demográfica frente a otros grupos, como los católicos romanos o los visigodos, saquearon el tesoro de Roma y se llevaron rehenes de ella en 453. No fue un asalto más destructivo que el de los godos de Alarico en 410. La propaganda negativa del suceso, protagonizado por Genserico, se debe a que el Papa León I había negociado una retirada de tropas con los propios hunos de Atila en 450. Es decir, que los vándalos habían accedido a respetar vidas romanas y a no saquear iglesias católicas, pero eran arrianos que no permitían la libertad de culto en sus posesiones de Cártago. De ahí la mala prensa.
En el periodo que nos ocupa los vándalos habían conquistado Cártago y quemado la flota de guerra romana en su puerto, lo que significaba que Roma perdía el control del norte de África. Empezaron una serie de acciones de piratería contra los mercantes romanos así como acciones militares contra Sicilia, Cerdeña, Córcega y las Islas Baleares.
En 409 los pueblos suevo, alano (divididos en Asdingo y Asilingio) invadieron y saquearon la Galia por culpa de la presión de los hunos y sus pueblos aliados. Penetraron en la Península Ibérica. Los Asdingos y los suevos ocuparon la Meseta Central y Galicía mientras que los Asilingos sitiaban Sevilla, la tomaban y gobernaban desde allí, poco antes de pasar a Africa y tomar Cártago. Parte de los documentos negativos sobre este pueblo de deben a San Isidoro de Sevilla, que estaba en Hispalis (Sevilla) cuando llegaron estos invasores.
Los vándalos eran un pueblo con los pies de barro, que tuvo sus éxitos más por la incapacidad de Roma de contestar adecuadamente a su desafío que por fortaleza militar. Las luchas por el poder estaban a la orden del día entre sus nobles, y su arrianismo les privaba del consejo y la colaboración de los católicos romanos.
El pueblo vándalo llegó a su fin cuando Hilderico fue depuesto por Gelimer, un usurpador en 533. Hilderico se había criado en la Corte bizantina y el emperador Justiniano encargo a su general Belisario que aprovechase las divisiones entre los vándalos para recuperar Cártago. Los vándalos fueron derrotados en la batallas de Ad Decimun y Tricamerón. Gelimer se rindió y vivió retirado en la corte de Costantinopla donde murió a avanzada edad.
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