Arturo Pérez-Reverte estaba harto y sentía que debía decir que basta ya. Tras la enésima utilización partidista por parte de políticos de uno u otro signo del recuerdo de la Guerra Civil, él, que ya había sido reportero en 7 guerras civiles de la segunda mitad del siglo XX, decidió escribir LÍNEA DE FUEGO, un relato veraz de lo que fueron las primeras semanas de la Batalla del Ebro para los que de verdad combatieron allí.
Muchos lectores compraron el libro y descubrieron gratamente que Reverte no se inclinaba hacia ningún bando. No lucharon personas fuertemente ideologizadas, sino seres humanos que cambiaban los aperos de labranza o las máquinas de las fábricas por los naranjeros y aceptaban una única identidad, la de soldado. Eran nuestros abuelos y bisabuelos, aplastados una vez más por acontecimientos sobre los que no se les pidió opinión, mucho menos permiso, no los emboscados de retaguardia, sádicos, oportunistas y vengativos. Gente que hizo la guerra y guardó silencio sobre su rostro negro para no envenenar con rencores estériles a sus hijos y sus nietos.
Hubo quien luchó en un bando que no le correspondía por afinidades políticas, quien se cambió de bando varias veces por vivir una semana más. Esta es la historia de Juan, oficial anarquista que tras salvar la vida de un falangista lo convierte en su ordenanza. Es la historia de Francisco, soldado de caballería del bando nacional. Lo aprendió todo sobre el calor, el hambre, la sed, el agotamiento y los trucos para no caer desmayado de su montura. Sirvió en Belchite, Brunete y la batalla del Ebro. De Eleuterio, abatido en 1936 en la Casa de Campo por encender un cigarrillo. El tabaco mata. Y en primera línea más. O la de José, que comía latas caducadas para enfermar y no estar ahí cuando hubiese que matar prisioneros. Nuestros abuelos.
Muchos lectores empezaron a enviarlo fotos a su portal de Twitter de sus padres y abuelos en la guerra civil, desde la pareja de milicianos que se fueron juntos al frente para seguir juntos; hasta la de un maquinista del C3, submarino republicano, hundido en extrañas circunstancias- debió ser cosa de los emboscados estalinistas-. Los restos de ese hombre descansan a 70 metros de profundidad.
Twitter es un medio de comunicación muy dado a las polémicas y a las broncas, pero en este caso, según Reverte fue una excelente herramienta de reconciliación. No recibió Peréz- Reverte ni un mensaje hosco y cainita. Esos hombres habían sido los seres queridos de los lectores, y por su parte, el odio cainita que todavía se respira en España, la necesidad de que haya dos Españas para demonizar al rival, no fue cosa de ellos.
PARA VISITAR
No hay comentarios:
Publicar un comentario