Oblast de Novocherkakss. Mayo de 1962. Hay descontento entre las masas de trabajadores fabriles por las nuevas órdenes del Comité Central del Partido Comunista. Khrushchev ha dispuesto que se suba los precios de productos de primera necesidad como la carne o los productos lácteos, mientras se congelan los salarios y se exige a cada trabajador un incremento de las tasas de productividad mínima.
Una serie de protestas acaban en violencia contra comisarías y oficinas estatales. Jruschev, el Secretario General del Partido envía al ejército, entre ellos a las tropas motorizadas del general Matvey Shaposnikov para que contengan a los manifestantes. Shaposnikov se niega a disparar contra las masas diciendo que no las considera un enemigo apropiado para el Ejército Rojo, que demandas parecidas hicieron grande y pusieron al frente de la Unión Soviética al Partido. Será degradado.
Pero los 10 francotiradores del KGB y las dos ametralladoras en los tejados del Hotel Don no fallan y hacen fuego letal contra la multitud. 26 muertos, 87 heridos y más de 200 deportados a Siberia por un espacio no inferior a los 15 años. Los medios de comunicación reciben orden de no informar de la masacre. Al público soviético le costaría entender que en Estado haya reprimido a trabajadores que reclaman el tipo de cosas que se les educa para reclamar en las escuelas. Los rusos - y los capitalistas del llamado mundo libre- no tendrán noticias de la masacre hasta la caída de la Unión Soviética en 1991.
La cinta de Konchalocsky, rodada en blanco y negro, está centrada en la comisaria política Ludmilla, ferviente comunista, y la primera en obedecer las dorectrices del Partido y exigir mano dura a las autoridades contra los huelguistas. El problema es que cambia de opinión cuando su hija desaparece en medio de una de las protestas y se vuelve loca buscándola a pesar del toque de queda de una semana de duración decretado en el oblast.
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