martes, 4 de abril de 2023

En busca de la arqueología de película.


 En la primera escena de EN BUSCA DEL ARCA PERDIDA (Steven Spielberg, 1981) Indiana Jones encuentra un templo perdido en la jungla sudamericana, evita una serie de trampas mortales (que funcionan todavía a pesar de los siglos pasados y el inevitable deterioro de sus mecanismos), le tira a un guía ( para espanto de los curadores de los museos) una estatuilla de los indios chachapoyas por el aire, y prácticamente destruye el yacimiento. La estatuilla queda en manos de René Bellock, un cazador de tesoros rival. Todo muy emocionante, para saltar del asiento y derramar la mitad de nuestras palomitas, pero no es así como trabajan los arqueólogos.

El arqueólogo y divulgador Carlos Tejerizo García acaba de publicar CINE Y ARQUEOLOGÍA (Berenice), un estudio escrito desde la erudición y el amor por el cine, así como el sentido del humor. Analiza 280 títulos de películas, predominantemente de Hollywood, aunque hay producciones de países como La India, Japón o México. Casi todas ellas se basan en la búsqueda de un tesoro en un país exótico como el Egipto de entreguerras, China, Camboya, Perú.

Hasta la llegada de Indiana Jones a este mundo de los arqueólogos de ficción los objetos a encontrar eran valiosos económicamente o tenían poderes mágicos que había que controlar. Estaban en ciudades perdidas en medio de la selva y había que competir con los arqueólogos - expoliadores de la competencia- rivales por el premio. La lista de los objetos de poder van desde el Arca de la Alianza, la espada de Gengis Khan, el Santo Grial o la Lanza del Destino.

A los  arqueólogos expoliadores del cine les mueve el afán de lucro. Indiana Jones dice, para variar, "esto tiene que estar en un museo", pero se refiere a un museo del mundo desarrollado, concretamente el que gestiona su Universidad. Para nada habla de los egipcios, los peruanos o los hindúes como gente capacitada para defender su propio patrimonio y conservarlo. Es la arqueología del periodo de entreguerras o de la época de los imperios coloniales.

Pasemos al tema de las excavaciones, el trabajo de campo. Ningún arqueólogo de las películas aparece negociando con las autoridades un permiso de trabajo porque tu excavación se va a convertir en un bloque de pisos o una carretera a perentorio plazo. Tampoco se ve a los tipo que nunca hacen trabajo de campo sino que hacen su trabajo en una biblioteca.

Las excavaciones están dirigidas por europeos y mantienen una exagerada cantidad de trabajadores locales acarreando arena, siempre a las órdenes de un occidental. Y si hay que usar dinamita para llegar al objeto de poder o el tesoro, se hace.

Hay una excepción. En THE BODY (2001) los arqueólogos hacen una excavación en Jerusalém en un entorno urbano y tienen que mostrar a las autoridades y a un grupo de rabinos hasidim que saben lo que están haciendo y que no están poniéndolo todo patas arribas porque sí. También un sacerdote católico se suicida por las implicaciones que tiene para su fe encontrar el cadáver de Cristo.

También es una de las pocas películas que muestran a una mujer a cargo del trabajo de campo, excepto las de Lara Croft, que nunca ha sido representada en una excavación. En la mayoría de las películas sobre arqueólogos las mujeres parecen como auxiliares subalternas, a pesar de que están presentes en el trabajo de campo, el docente, y el de biblioteca desde hace décadas.


LA PELÍCULA "LA EXCAVACIÓN" ENCUENTRA UN TESORO DE OBJETOS FUNERARIOS ANGLOSAJONES EN MEDIO DE LA CAMPIÑA INGLESA. EL TRABAJO DE CAMPO EN EUROPA RARAMENTE ES REPRESENTADO EN EL CINE.

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