Este personaje, representado por un enorme carbonero de aspecto desaliñado, desciende de los montes de Lugo y, mientras los niños duermen, les palpa la tripa para averiguar si se han alimentado bien y se han comido le verdura a lo largo de todo el año.
Si el Pandigueiru considera que los niños han sido correctamente alimentados por sus padres los compensa con castañas o sencillos regalos. Sin embargo, si considera que los niños no han comido todo lo que sus padres le han servido, les deja carbón, como advertencia para el futuro.
Las leyendas gallegas tradicionales en torno a la figura del Pandigueiru lo conectan con la leyenda del gigante bondadoso, un arquetipo que comparte con el Olentzero vasco o con el propio Santa Claus de los países nórdicos.
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