sábado, 8 de febrero de 2025

Los misterios de la tumba de San Pedro.

 Apenas habían transcurrido unos años desde la crucifixión de Jesús cuando las primeras comunidades cristianas  se instalaron en Roma durante al mandato del emperador Claudio (41-54) como un mero grupo de disidentes hebreos que se había escindido de la rama principal del judaísmo.

San Pedro, si alguna vez estuvo en Roma, no pudo llegar antes del 42, después de escapar milagrosamente de la cárcel de Jerusalém, donde lo habría confinado - según la leyenda- Herodes Antipas tras acusarlo de hacer robar el cuerpo de su maestro para enterrarlo en secreto. Desde allí se trasladó a Antioquía donde había una floreciente comunidad cristiana y donde fue nombrado obispo de Roma. Allí entró también en contacto con Saulo de Tarso, un discípulo que jamás conoció a Cristo, y cuya estrategia de supervivencia para la secta judía a largo plazo pasaba por hacer proselitismo entre los gentiles.

Saulo era un fariseo que había estado presente - guardaba las capas de los linchadores- en el martirio de San Esteban y el Sanedrín le había encomendado la misión de aplastar los grupos cristianos de Antioquía. Tras una crisis espiritual y un accidente a causa del calor en Vía Maris se hizo cargo del incipiente movimiento espiritual.

Una de las dudas que nos entra acerca de si podemos considerar a Paedro el primer Papa es que en Los Hechos de los Apóstoles no se cita ningún viaje de San Pedro a Roma ni está entre los 27 destinatarios romanos a los que Saulo - o San Pablo- dirige su epístola (16,1-24). Quizá eso explique por qué en los listados de líderes de la secta cristiana del siglo III no figure San Pedro sino un tal Lino de Volterra.

Los documentos a favor de la presencia de San Pedro en Roma provienen de una carta escrita por San Ignacio,obispo de Antioquía, mientras era trasladado desde Siria a Roma para ser martirizado en tiempos de Trajano. Decía: "No os mando como hicieron Pedro y Pablo. Ellos eran apóstoles; yo solo un criminal condenado. Tertuliano hacía una reflexión sobre la eficacia del bautismo: "No hay diferencia entre los que Juan bautizó en el Jordán y Pedro en el Tíber"

En la propia Roma hubo una controversia entre los estudiosos sobre si Pedro había sido crucificado en el monte Giannicolo - donde hoy se alza la Iglesia de San Pietro de Montorio- o en la colina del Vaticano, donde se hallaban los afiteatros de Nerón y Calígula, así como parte de las murallas de la ciudad. Por las crónicas de Plinio el Viejo, sabemos que era un sitio escarpado e insalubre a causa de la multitud de mosquitos que había por allí.

Sobre el desnudo hoyo se levantaron dos muros con revoque rojo que preservaban la tumba de las aguas pluviales que bajaban por las laderas del Vaticano. La tumba estaba señalada por un terebinto.

Según el LIBER PONTIFICALIS, San Anacleto - el tercer papa- mandó edificar un edículo donde fueron enterrados los primeros 11 papas, entre ellos San Pedro y Lino de Volterra y que, a través de una trampilla, conectaba con el sepulcro.

El emperador Constantino ganó una importante batalla contra el usurpador Majencio en el Puente Milvio (313) y, como lo había conseguido con el apoyo de la comunidad cristiana, decidió legalizarla. El papaSilvestre manda construir sobre la tumba una basílica paleocristiana con una nave y cinco transeptos el 18 de noviembre de 326.

Cuando esta basílica cayó en ruinas durante el siglo XVI, el papa Julio II ordeno a su arquitecto Bramante que construyera algo que valiera la pena para los huesos de San Pedro. Donato de Bramante, llamado el "Ruinante", fue el responsable de que desaparecieran las tumbas de muchos caballeros cruzados, tapices de incalculable valor e íconos bizantinos. Fue Bramante el que construyó una capilla temporal para preservar la tumba de los trabajos de demolición.

En 1952 el papa Pío XII ordena a su jefa de arqueólogos, Kaas, que rebaje el cuelo de la tumba para que pueda rezar erguido dentro de las grutas paleocristianas. Kaas excava y encuentra unos huesos medio pulverizados y restos de una tela antiquísima. Pero muere, y su sucesora, Margheritta Guarducci, catedrática de Antigüedades y Epigrafía de la Universidad de La Sapienza encuentra grafitos con las letras P y E superpuestas en forma de llave: un antiguo anagrama cristiano.

Sabemos en 2024 que quien esta enterrado allí es un hombre de mediana edad al que le faltan los pies. No estamos seguros de que se trate de San Pedro porque los monumentos y lugares de referencia cristianos fueron arrasados por las tropas de Alarico en 410, por las tropas del general bizantino Belisario y hasta por los musulmanes en 846.

Es posible que el cadáver real fuese movido de sitio durante el año 258 durante la persecución del emperador Valeriano. De hecho San Dámaso (366-384) dejó un texto donde explicaba que los restos del apostol habían descansado en cierta ocasión en la Vía Appia, en el lugar que ocupa la Iglesia de San Sebastián, a tres millas de Roma.

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