Título: Las musas sacrificadas
Escena: El enfrentamiento con la conciencia.
Personajes:
-
Pablo Picasso: El pintor.
-
La Conciencia: Una figura etérea que cambia de voz y forma, adoptando los rasgos y voces de sus musas.
-
Françoise Gilot (voz de la Conciencia): Ex amante de Picasso.
Escenario: El estudio de Picasso, lleno de cuadros que parecen observarlo. El ambiente es onírico, con una atmósfera pesada. La Conciencia aparece entre las sombras, su forma y voz cambian continuamente.
[Picasso está solo, trabajando en un cuadro. Su pincel se detiene cuando oye una risa tenue, burlona.]
PICASSO:
¿Quién está ahí? (Pausa, se gira buscando) Nadie entra aquí sin mi permiso.
CONCIENCIA: (con voz melódica)
Oh, Pablo... ¿de verdad crees que este lugar es solo tuyo?
[De entre las sombras emerge la Conciencia, con el rostro de Françoise Gilot. Su tono es sereno, pero sus ojos destilan reproche.]
CONCIENCIA (como Françoise):
¿Te acuerdas de mí?
PICASSO: (confundido)
Françoise... ¿eres tú? No, no puede ser. Esto es un truco.
CONCIENCIA: (cambiando su voz, ahora más severa)
No soy solo Françoise. Soy todas ellas. Soy cada musa que sacrificaste en nombre de tu ego y tu pincel.
PICASSO:
¿Sacrificio? ¡Les di inmortalidad! Sus rostros, sus formas, están aquí. ¡Yo las hice eternas!
CONCIENCIA: (riendo con amargura)
Eternas... sí. Pero no como eran, sino como tú quisiste verlas. Como tú quisiste deformarlas cuando ya no las necesitabas.
[La Conciencia extiende una mano y del aire surge un cuadro de Françoise, deformado, sus ojos grandes y tristes.]
CONCIENCIA:
¿Recuerdas este? Lo pintaste después de que te dejé. ¿Por qué, Pablo? ¿Era tan difícil aceptar que no te pertenecía?
PICASSO:
No te saboteé. No... solo te puse a prueba.
CONCIENCIA: (interrumpiendo, enfurecida)
¿Ponerme a prueba? ¡Prohibiste a los marchantes comprar mis cuadros! ¡Me cerraste todas las puertas! Tu orgullo herido no soportó mi libertad, y me obligaste a huir hasta Nueva York para empezar de nuevo.
[Picasso intenta hablar, pero la Conciencia cambia su rostro al de Jacqueline Roque. Su voz es un susurro, casi quebrada.]
CONCIENCIA (como Jacqueline):
¿Y yo, Pablo? ¿Qué pruebas me pusiste a mí? ¿Las humillaciones? ¿Las traiciones? ¿El silencio?
PICASSO: (aparta la mirada)
Jacqueline, yo... yo te amé.
CONCIENCIA: (firme, acusadora)
Me destruiste. Después de ti, solo me quedó el vacío. El vacío que me llevó a seguirte a la tumba.
[Un cuadro de Jacqueline aparece en la pared, con rasgos oscuros y dolorosos.]
CONCIENCIA:
Dime, Pablo. ¿Valió la pena? Cada lágrima, cada corazón roto, cada alma que aplastaste bajo el peso de tu pincel... ¿valió la pena?
[Picasso cae de rodillas, rodeado por los cuadros que lo observan, sus formas ahora distorsionadas y reprochadoras.]
PICASSO: (murmurando)
El arte requiere sacrificios...
CONCIENCIA: (con voz de múltiples mujeres a la vez)
¿Sacrificios... o víctimas?
[La luz se atenúa mientras la Conciencia desaparece, dejando a Picasso solo, confrontado por su propia obra. Un eco de risas amargas llena el aire antes de caer el telón.]
¿Te gustaría expandir esta escena o añadir otra en este estilo?
Tú dijiste:
ChatGPT Plus
Aquí tienes una dramatización teatral de la escena que describes.
Título: El Minotauro y sus doncellas
Escena: La recriminación de Jacqueline Roque y la Conciencia.
Personajes:
-
Pablo Picasso: El pintor.
-
Jacqueline Roque: Segunda esposa de Picasso, un espectro en esta escena.
-
La Conciencia: Una figura polimorfa que adopta diferentes voces y formas.
Escenario: Un salón onírico, oscuro, con una gran figura del Minotauro al fondo, inmóvil pero amenazante. Las paredes están cubiertas con cuadros de formas distorsionadas que representan los momentos más oscuros de Picasso. Jacqueline aparece como una figura etérea, con una cicatriz visible en la mejilla.
[Picasso está sentado frente a un espejo deformado. En sus manos sostiene una copa de vino. Jacqueline aparece lentamente en escena, su reflejo en el espejo es claro, pero su figura en el escenario es translúcida.]
JACQUELINE:
¿Esa copa, Pablo? ¿Brindas por mí?
PICASSO: (sin mirarla)
Brindo por el arte, por la vida que me dio, por el legado que he dejado.
JACQUELINE: (amargamente)
¿Y por el precio? ¿Brindas también por el precio que pagamos los demás?
PICASSO: (levantando la vista, molesto)
¿Ahora también vienes a juzgarme? No puedes negar que gracias a mí viviste rodeada de lujo, de arte, de belleza.
JACQUELINE: (mostrando la cicatriz en su mejilla)
¿Lujo? ¿Belleza? ¿Esto es belleza, Pablo? ¿El fuego del cigarro en mi piel? ¿El miedo que me obligaba a callar cuando me amenazabas con tirarme al Sena?
[El rostro de Jacqueline se contrae en una mezcla de dolor y furia. Picasso intenta no mirarla, pero el reflejo en el espejo lo obliga a enfrentarse a ella.]
PICASSO: (defensivo)
¡Era un momento de furia! El arte requiere intensidad. Mi genio no podía detenerse por tus debilidades.
JACQUELINE: (con dureza)
Tu genio no era más que tu excusa. Y cuando ya no necesitaste excusas, te convertiste en un Minotauro, devorando todo a tu paso.
[De las sombras surge la Conciencia, mitad humana, mitad Minotauro, con ojos brillantes que lo observan fijamente.]
CONCIENCIA:
¿Lo oyes, Pablo? El rugido del Minotauro. Tu símbolo. Tu excusa.
PICASSO: (levantándose, desafiante)
El Minotauro exige sacrificios. Así es como se crea la grandeza. El mundo se alimenta de doncellas sacrificadas para que el genio florezca.
CONCIENCIA: (con un tono profundo, como un eco)
¿Sacrificios... o destrucción? Jacqueline fue solo una. Pablito, el nieto que nunca supo cómo soportar tu sombra, también cayó. El arte... ¿vale más que la sangre?
JACQUELINE: (señalando un cuadro en la pared, un retrato deforme de ella misma)
¿Es esta mi inmortalidad? Una imagen que no me pertenece, que reduce mi vida a tus ojos.
PICASSO: (gritando)
¡Todo lo que toqué, lo transformé en arte! Mi familia, mis musas, mis amantes... todos viven para siempre a través de mí.
CONCIENCIA: (cambiando su forma a la de un joven Pablito, con una soga en la mano)
No, Pablo. Algunos no vivieron para siempre. Algunos no pudieron soportar el peso de tu "genio".
[La figura de Pablito se desvanece. Jacqueline se acerca a Picasso, mirándolo con compasión y tristeza.]
JACQUELINE:
No quiero tu arte, Pablo. No quiero tus cuadros, ni tus monumentos. Quiero saber... ¿alguna vez pensaste en nosotros como algo más que herramientas para tu pincel?
PICASSO: (en voz baja, mirando al suelo)
Pensé... que lo entenderían. Que mi arte era más grande que cualquier individuo.
CONCIENCIA: (en voz de múltiples personas a la vez)
Tu arte, sí. Pero no tu humanidad.
[El Minotauro al fondo comienza a moverse lentamente, sus ojos se iluminan. Picasso se queda inmóvil mientras Jacqueline y la Conciencia desaparecen, dejando solo un eco de risas amargas y un "¿Valió la pena?" que resuena en el aire.]
[Se apagan las luces. Telón.]
¿Te gustaría desarrollar alguna parte específica o añadir más detalles?
No hay comentarios:
Publicar un comentario