jueves, 4 de septiembre de 2014

La saga de los hermanos Goering.

A Herman Goering lo conocen todos los seguidores de las obras monográficas de la Segunda Guerra Mundial. Ex piloto de combate, alto responsable del arma aérea durante la Alemania nazi, gordo reventón, morfinómano... Y está lejos de ser un villano para mí. Creo que sólo fue un tipo que se encontró con que la vida civil lo colocaba en un limbo extraño y no supo adaptarse. Como muchos, creyó ser un dios, no se sabe muy bien para compensar qué. Y esa idea se la cobró a los demás con sangre.
Albert en cambio era un galán. Tenia las herramientas sociales que le faltaban a su hermano mayor. Exitoso con las mujeres, ingeniero y hombre de negocios, héroe del Holocausto... No es un Justo entre las Naciones porque tiene la mala suerte de estar cerca de su hermano Hermann.
Salvó muchas vidas judías utilizando el apellido familiar. Una de las hazañas de Albert es presentarse en un campo de concentración con una orden oficial supuestamente firmada por su hermano y exigir la liberación de un prisionero llamado Charvat. El comandante de Dachau tenía dos Charvát en los barracones pero como una orden de la Cancillería no se discutía, y no sabia hasta qué punto tomárselo en serio, liberó a los dos. El Chárvat que interesaba a Albert era un médico colaborador de la Resistencia.
El golpe más sonado de Albert fue en Theresiensthadt, Checoslovaquia. Se presentó como director de la fábrica de munición Skoda y pidió un camión lleno de trabajadores al comandante. Solo que no llegaron a la fábrica Skoda de Praga, sino que el conductor soltó la carga humana en lo más profundo de un bosque, tras la recomendación a los prisioneros judíos, que no querían creer en tan bueno suerte, de que se dispersaran. Corría 1944.
Tanto Albert, como Emmi, la segunda esposa de Goering, tenían amistades judías y hacían lo posible para protegerlas. Emmi era discreta y cesaba en su protección a una palabra de su marido. Albert apenas se trataba con su hermano mas que en las reuniones familiares y no tenía límites.
La hazaña de Terensienstadt fue la más espectácular y la última por parte de Albert. Himmler quería ejecutar a Albert, y uno de sus subalternos le dio el queo a Hermann, que lo dejó todo para proteger a su hermano pequeño.
"No sé quién de los dos tiene razón. Pero no quiero que caigamos juntos. En realidad no quiero que caiga ninguno de nosotros. No lo hagas más. No puedo protegerte ya", dijo Hermann en una llamada telefónica a Albert.
Los dos hermanos se vueron por última vez en una cárcel aliada en Augsburgo. Se abrazaron, y Hermann dijo:
"Tenías razón. Protege a mi Emmi y a mi hija. No creo que vea el final de esto".
Albert pasódos años en diferentes cárceles en Alemania y Praga, hasta la primavera de 1947. A pesar de que todos los salvados por este hombre se organizaron para devolverle el favor, no contó con el crédito inmediato de las autoridades de la zona americana.
En Praga, los trabajadores de Skoda y los supervivientes de la hazaña de Theresienstadt hablaron en su favor, y eso salvó al pequeño de los Goering de la horca. Murió derrumbado psicológicamente, sin empleo, divorciado a causa de sus abundantes y efímeras aventuras extramaritales, en 1966, a causa de un cáncer de pancreas.

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