lunes, 3 de agosto de 2015

Prora, una ciudad balneario para los trabajadores nazis.

La compañía alemana Metropole Marketing ha decidido devolver la vida a una de las construcciones más megalómanas del Tercer Reich: la ciudad balneario de Prora, enclavada en la isla de Rügen, en las costas del mar Báltico.
En este lugar Hitler mandó construir un complejo vacacional para 20.000 trabajadores que incluía teatro, piscinas y un aparcamiento que podía albergar 5.000 vehículos. La guerra inpedió la apertura de las instalaciones que fueron utilizadas por los pilotos de la Luftwaffe.
El 2 de ayo de 1933 Hitler desmantela los sindicatos alemanes, integrando a sus miembros en el Frente Alemán del Trabajo. Esta institución puso en marcha el programa Fuerza a Través de la Alegría, para que los trabajadores pudieran disfrutar de vacaciones. Algunos operarios de la empresa Siemens de Berlín nunca las habían recibido.
 El reichminister Goebbles presionó a varias empresas para que faricasen receptores de radio económicos para todos los alemanes. La gente ya no podía excusarse de no haber escuchado las últimas proclamas del Fuhrer, que se repetían cada hora por distintas emisoras. Goebbles había ordenado colocar varios altavoces en los complejos vacacionales, las calles más céntricas de las principales ciudades y los comercios.
Se organizaron excursiones para conocer la prisión de Landsberg, donde Hitler, con la ayuda de Alfred Rosenberg había escrito Mein Kampf en 1924.
En 1933, Hitler presionó al empresario Ferdinand Porsche para que construyera un automóvil que alcanzara los 100 kilómetros por hora, no consumiera más de siete litros cada 100 kilómetros, tuviera cinco plazas y no costara más de 1000 marcos. Porsche declaró que esas condiciones era imposibles de cumplir con la tecnología de automoción de la época, pero a Hitler no se le decía que no.
En 1938 aparece, por un breve periodo de tiempo,, el KdF ( siglas en alemán de Fuerza a través de la Alegría). En octubre de 1938 el engendro pasóa llamarse Wolkwagen (Coche del Pueblo). Los trabajadores alemanes disfrutaron de los conciertos, las exposiciones, los cruceros a España, Italia y Noruega, y las instalaciones deportivas 6 años, el tiempo suficiente en que Hitler tardo en decirles a los trabajadores alemanes que se convirtieran en soldados u oficiales, y los usase para ensangrentar Europa.

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