sábado, 21 de noviembre de 2015

La Victoria de Samotracia.

Un operario encuentra lo que parece ser el hombro de una estatua femenina de mármol. "!Hemos encontrado una mujer, monsieur!", grita. El viceconsul francés Champoiseau sonríe y se acerca a ver qué han encontrado los hombres contratados para excavar. Cuando ha terminado la jornada, el capataz hace recuento de todo lo hallado: el tronco de la mujer, cubierto por un manto y fragmentos de plumas. Es una estatua de mármol blanco de más de dos metros de altura, datada en 190 a de C. Estamos en 1863.
La estatua perteneció a un santario al margen del culto grecolatino oficial. Representaba a la Gran Diosa, una deidad que otorgaba protección a los pastores y pescadores, una reminiscencia de los tiempos anteriores a la llegada de los dioses indoeropeos del Olimpo.
El 15 de septiembre de 1862, Champoiseau solicita un crédito de 2000 francos para hacer excavaciones. En su carta a sus superiores del cuerpo diplomático explica: "Por todas partes hay centenares de columnas, fustes y chapiteles de mármol que indican que los templos cubrían aquel lugar. Los campesinos han desenterrado sepulturas, sarcófagos de piedra y cerámicas.No hay duda de que nas excavaciones serias llevarían al descubrimiento de objetos raros y de gran valor". El emperador Napoleón III le concede el dinero.
El descubrimiento de la Victoria de Samotracia llega el 15 de abril de 1863. "He encontrado una estatua de la Victoria lada esculpida en mármol de proporciones colosales. Desgraciadamente no he encontrado ni la cabeza ni los brazos (...) Pero el resto está casi intacto y ha sido labrado con un arte que ninguna de las obras griegas que conozco iguala".
En 1864 la Victoria de Samotracia llega al museo parisino de El Louvre. Algunos fragmentos fueron encajados de nuevo por los restauradores del museo, pero el busto y el ala izquierda no se pueden unir por ser demasiado inestables. 
En 1874 unos arqueologos austriacos realizan nuevas excavaciones en Samotracia. Hallan unos grandes bloques grises que, correctamente emsamblados, representan la proa de una galera de guerra. El conjunto de la obra debía medir cinco metros de alto. Champoseau tira de su contactos diplomáticos para que las nevas piezas sean enviadas al Louvre.
La mano, descubierta en Samotracia, en 1950, no ha podido ser encajada en la estatua a causa de su deterioro.
Una restauradora del Louvre me dice: "El autor no era un escultor cualquiera. Poseía unos conocimientos excepcionales en física de materiales para captar en piedra el momento en que la túnica es agitada por el viento. Desafía la gravedad y la idea de que el pesado mármol cae, no flota".

"Se trata de una idea, de todo un pueblo. El tejido se pega, las alas baten, los senos se inflaman. No necesito ver la cabeza para imaginar la mirada".

CEZANNE.

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