martes, 17 de noviembre de 2015

Visitamos la Real Fábrica de Cristales de la Granja.

El espionaje industrial no es nada nuevo. En la Europa del siglo XVIII los gobiernos condenaban a muerte a los agentes de países extrajeros, que tentaban a sus maestros artesanos a probar suerte fuera.
Felipe V envió una carta a sus embajadores en Inglaterra, Alemania, Francia y Venecia para que consiguiesen la "deserción" de los mejores maestros vidrieros. Un agente veneciano interceptó la carta y avisó de lo que se estaba cociendo a los monarcas afectados.
En 1746, el comerciante Antonio Berger es enviado a París con la misión de conseguir fichajes. Es sorprendido, enviado a la Bastilla por un corto periodo de tiempo, y liberado sin cargos. Regresa con el maestro vidriero Dionisio Sibert.
Instalado en La Granja de San Ildelfonso (Segovia), Sibert crea allí la Real Fábrica de Cristales. El rey Felipe VI trajo a España maestros espejeros franceses, un experto en cristal tallado hamburgués,sopladores de vidrio de Bohemia.... El objetivo de todo esto es no tener que importar bienes de lujo y poder competir comercialmente con los demás países en condiciones de igualdad.
Por esta misma razón, se usa la incitación a la "fuga de cerebros" en otras especialidades. Los Borbones ponen en marcha la Real Fábrica de Armas en Toledo; la de Hules en Cádiz; la de Azulejos, en Valencia; la de Porcelana en el Retiro madrileño... En 2015 solo sobreviven dos de estas franquicias artísticas: la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara (Madrid) y la Real Fábrica de Cristales y Vidrios de la Granja (Segovia).
El organigrama de esta empresa es gremial. Sigue habiendo aprendices, oficiales y maestros; También alumnos matriculados en la Escuela Superior de Vidrio. Es el gas y no la leña del pinar cercano de Valsaín el que alimenta los hornos. También los maestros vidrieros cuentan con dilatómetros y polarícopios para comprobar as compatibilidades de distintos materiales.
En tiempos de Carlos III se levantó el edificio actual, de 25.000 metros cuadrados, para reemplazar el anterior, que había ardido en un incendio (1784). Los maestros vidrieros se habían especializado en la elaboración de espejos de gran tamaño, de hasta tres metros, un récord para la época. Disponían para elaborarlos de una gran máquina hidraúlica para el pulido de cristal plano.
Las labores de la Rea Fábrica se suspendieron en 1808, durante la Guerra de la Independencia, pero concluido el conflicto, todo el mundo volvió al trabajo. Al manos así fue hasta la muerte de Fernando VII, en 1833. En 1911 se finda la Cooperativa Obrera Esperanza, que retoma la elaboración de vidrio plano para espejos. Y en 1982 se crea la Fundación Centro Nacional del Vidrio.

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