domingo, 6 de diciembre de 2015

Los túneles de Cu Chi.

Vietnam, enero de 1966. Un batallón de Infantería de Boinas Verdes recorre una extensa arboleda en el sector de Cu Chi, al noroeste de Saigón. Su misión es encontrar y neutralizar los focos de milicianos del Viet-Kong que operen en la región. El calor es pegajoso. De repente, una emboscada. Varios francotiradores norvietnamitas abren fuego desde distintos lugares, y los estadounidenses se ponen a cubierto como pueden. Pasados los primeros momentos de confusión, responden adecuadamente a la emboscada con toda su potencia de fuego.Las armas automáticas machacan todos los lugares donde pueda esconderse un miliciano del Viet-Kong.
Al cabo de unos minutos el teniente coronel Haldane da orden de parar el fuego. Nadie puede haber sobrevivido a la potencia de fuego superior de su unidad, pero el caso es que no hay rastro de los tiradores norvietnamitas. Hay sangre, pero no muertos ni heridos. Atónitos, los estadounidenses peinan el sector durante los siguientes días. Sufren nuevas emboscadas a las que responden de forma contundente, pero nunca encuentran los cadáveres de los agresores. Los soldados ya empiezan a dar explicaciones sobrenaturales al fenómeno.
En una de las pesquisas de la llamada Operación Crimp, el sargento Stewart Green se sienta bajo un cauchero cuando nota algo en las posaderas. Dree que se trata de un escorpión, pero sorprendido, comprueba que es un clavo de una trampilla. Fibroso y menudo, Green se mete por el agujero. Sale al cabo de unos minutos y anuncia la presencia a los oficiales de un grupo de soldados norvietnamitas agazapados a 30 metros de la superficie. Haldane ordena el lanzamiento de granadas de humo de color rojo por la trampilla y pronto sale este humo por los respiradores. El Viet-Kong ha sufrido el primer revés en el sistema de túneles de Cu Chi.
El sistema de túneles abarcaba cientos de kilómetros, desde la frontera camboyana hasta las mismas puertas de Saigó. Fueron construidos por "voluntarios" a base de palas, picos, azadones y capazos. La vida de los milicianos norvietamitas en estos túneles era penosa. El aire estaba enrarecido, hacía un calor sofocante y la comida se pudría con sume facilidad. Las tarántulas, las serpientes y las ratas campaban a sus anchas. Era incontable el nímero de soldados norvietnamitas que sufrían avitaminosis y malaria. Sin embargo, allí abajo la gente contraía matrimonio, nacían bebés y se celebraban conferencias para subir la moral a los combatientes.
El ejército norteamericano recurrió a los luchadores cuerpo a cuerpo para desalojar los túneles. Se formó a un grupo de especialistas llamados "ratas de tierra" con la idea de que exploraran tramos de túnel a tientas, con trampas, milicianos de guardia y alimañas. Los dirigía el general Herbert Thorton. Eran de baja estatura y nervios de acero. Equipados con una linterna, una pistola, un cuchillo y un rollo de cuerda, tenían que sortear las trampas del Viet-Kong. Muchas veces los milicianos estaban emboscados en recovecos excavados para tal fin, prestos a estrangular con un cordel al marine que pasaba por debajo o a empalarlo en una lanza de bambú cuando descendían al fondo de un pozo.
Muchos soldados norteamericanos no sobrevivieron a aquella lucha de ratas. Se volvían histéricos, pidiendo a gritos a sus compañeros que les tendieran cuerdas para subir a la superficie y escribían cartas a los oficiales para que los revelasen de aquella tarea.
Los túneles de Cu Chi fueron destruidos a causa de los bombardeos de 1969 e los aviones B 52 con bombas retardadas. Estos explosivos se hundían varios metros bajo tierra antes de estallar.

Nota:

Algunos túneles han sido reconstruidos para los turistas y se visitan bajo pago.

Para saber más: The tunnels of Cu Chi. Tom Mangold y John Penycate. Editado por Berkley.

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