viernes, 1 de abril de 2016

El caso Fritz Bauer, de Lars Kraume.

Fritz Bauer lo tenía todo para terminar mal. Judío en plena era nazi, presuntamente homosexual y un abierto cazador de nazis en Alemania Federal en plena posguerra. Esto último le causó más problemas que sus fugas, primero de Alemania, y luego de la Dinamarca ocupada. Bauer era muy consciente de que el simple paso que habían dado algunos de sus colegas de la Fiscalía General para dejar atrás el nazismo había sido simplemente quemar sus papeles del Partido NSDAP. En 1957 todos querían hacerse los tontos en Alemania Federal.
Bauer insistió en exonerar de culpa y de cargos y rehabilitar a todos aquellos que conspiraron o atentaron contra Hitler, en perseguir al teniente coronel Eichmann e iniciar un macrojuicio en Frankfurt contra los guardianes de Auschwitz, lo más sonado en esa época.
Bauer nació en 1903 en Stuttgart, era hijo de judíos y se declaraba ateo. Despué de terminar sus estudios de Derecho, y  hacer el correspondiente doctorado fue nombrado ayudante judicial en 1928, siendo el hombre más joven que ocupaba ese cargo en toda la República de Weimar. Tras apoyar una huelga contra el NSDAP en 1933, la Gestapo le detuvo y le encerró durante ocho meses en el campo de cencentración de Heuberg. Fue liberado a finales de ese año porque firmó un documento de apoyo al NSDAP y sus políticas. Por lo menos la firma es de un tal Fritz Hauer y está matasellado en la penitenciaría militar de Ulm. La gente que firmaba esos papeles nunca conocían el contenido de los documentos. Solo la diferencia entre el palo y la zanahoria.
Cuando se obligó a los judíos a renunciar a sus cargos de funcionarios, Bauer huyó a Dinamarca, de donde volvió a a hacerlo durante la guerra gracias a la Resistencia danesa. Regresó a Alemania en 1949 y ocupó sucesivamente los puestos de fiscal general en Braunschweig en 1950 y el de fiscal general de Hesse en Frankfurt am Main en 1956. Moriría en 1968.
En 1957 Bauer recibió una carta del emigrante judío Lothar Hermann donde explicaba que el teniente coronel Eichmann vivía en Argentina bajo la identidad falsa de Ricardo Clemens. Su hijo se había hecho amigo de la hija de Hermann y había "fardado" de lo malo que había sido su padre con los judíos y de su papel en el Holocausto. Bauer sabía que esa carta era explosiva. Muchos de sus compañeros de judicatura habían condenado bajo las leyes del Reich a las víctimas y no querían, obviamente, que la situación les salpicara en medio de un proceso judicial  de final incierto. Así que Bauer informó a los servición de Inteligencia del incipiente estado de Israel, el Mossad, y a Georg August- Zinn, su compañero en el partido SPD y presidente de la región de Hesse.
Para evitar que se malograse la detención de Eichmann, Bauer declaró ante los periodistas que había localizado al nazi en Kuwait. De esa forma, el Mossad pudo arrestar a Eichmann y trasladarlo a Israel. El problema es que el Fiscal General Bauer deseaba que se juzgara al teniente cornel nazi en Frankfurt y los israelíes frustraron la extradición y lo ahorcaron en Jerusalem tras un proceso mediático en 1961.
El cazador de nazis Fritz Bauer no cejó en sus intentos y consiguió procesar en Frankfurt a 21 antiguos miembros de las S.S. y a un funcionario prisionero del campo de exterminio de Auschwitz.
Bauer sería encontrado muerto en 1968 en la bañera. Había muerto de una bronquitis. En contra de las tradiciones judías solicitó en su testamento que se le incinerase.

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