lunes, 11 de abril de 2016

Madame Marguerite, de Xavier Giannoli.



Cuando uno se sube a un escenario y los demás se disponen a escuchar es que tiene talento, pero Florende Foster- Jenkins ha pasado a la historia por ser una de las peores sopranos de la Historia, con su grupo de incondicionales.
La vida de este personaje se recrea en sendos biopics, el filme francés "Madame Marguerite" y el norteamericano "Florence", de Stephen Frears. Este último filme se estrenará en agosto y contará con las inperpretaciones de Meryl Streep y Hugh Grant.
Hija única de Mary y Charles Dorrance, Forster fue una niña feliz, con una gran capacidad para tocar el piano. Las cosas le fueron bien hasta que se antojó el capricho de seguir estudiando música en los conservatorios europeos. Los padres no estaban dispuestos a sufragar semejante capricho, por lo que Florence se fugó de casa, y se casó con el primero que encontró, que en su caso fue un médico llamado Frank Thorton Jenkins. Lo compartieron todo, incluida una sífilis.
Su vida (Pennsilvania, 1868 - Nueva York, 1944) tomó un giro trágico cuando se lesionó un brazo y ya no pudo ganarse la vida como pianista. Por entonces vivía en Nueva York con su madre, ya se había separado del médicastro, y estaba por recibir una jugosa herencia por la muerte de su padre. Florence decidió convertirse en soprano a pesar de que no tenía capacidad para ello.
La voz de la Forster pasaba de los susurros a los agudos obligando al pianista asignado por las compañías de teatro a compensar sus variaciones como podía, así como sus cambios de ritmo. El público dudaba de si reírse de semejante esperpento o pedir la devolución del importe de las entradas. Pero le tenían cariño, porque nunca boicotearon sus actuaciones o hablaron en términos duros de Florence.
Entre 1941 y 1944 Florence grabó 9 arias que han pasado a la historia recopiladas en tres discos: "The Muse Surmounted: Florence Forster- Jenkins and eleven of her rivals", "The glory of the human voice" Y "Murder on the High C,s"
El vestuario de Florence iba desde el vestido de gasa, con alas de hada y diadema, pasando por un disfraz de lo que alguien con un pésimo sentido del humor le dijo que era el atuendo de las cigarreras españolas, para cantar Carmen, con mantón y castañuelas incluidas. La gente no sabía si tomárselo como una broma, o abandonar el teatro y exigir el importe de la entrada.
Murió en 1944, en un momento en que los críticos de espectáculos afilaron sus uñas contra ella. Su amigo, el actor de teatro St Clair Bayfield, no pudo ocultarle que su tiempo en los escenarios estaba llegando a su final, lo que es posible que la matara de un ataque al corazón el 25 de octubre de 1944.
Su obituario en el World Telegraph decía: "Era sumamente feliz en su trabajo. Es una pena que tan pocos artistas lo sean"

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