domingo, 17 de julio de 2016

¿Qué origen tiene la leyenda negra contra Felipe II?

Tras sus dos fracasos matrimoniales, Felipe II contrajo nupcias con Isabel de Valois, con la que tuvo dos hijas: Isabel Clara Eugenia y Catalina Micaela. Los dos esposos se amaban y cuando Isabel murió este Felipe II quedó destrozado. Fue en aquella época cuando los enemigos protestantes del monarca español pergueñaron un despliegue propagandístico conocido posteriormente como la leyenda negra.
El príncipe Don Carlos era hijo de un matrimonio con Isabel de Portugal, la primera esposa del rey. Sufria desórdenes psiquiátricos, fruto de la consanguinidad del matrimonio. Las reticencias de su padre en hacer valer los derechos dinásticos de Don Carlos, prodijeron odio hacia su progenitor por parte del joven prícipe, Este odio se manifestó en alta traición, con el apoyo de las reivindicaciones de los nobles rebeldes de Flandes. Si padre lo encerró en el torreón del Alcázar de Madrid, donde falleció en extrañas circunstancias en 1568.
Su muerte misteriosa y las supuestas relaciones amorosas con su madrastra, Isabel de Valois, proporcionaron a Don Carlos un aura de héroe rebelde, romántico y malogrado, que los rebeldes flamencos usaron a su sabor. La historia era que Felipe II había ordenado la muerte de su hijo por celos. Lo cierto es que Don Carlos e Isabel de Valois se llevaban bien, pero de ahí a creer en un romance tormentoso...
En 1579 el corrupto y venal Secretario de Estado Antonio Pérez es declarado proscrito por un complot. Huyó a Francia. Allí Pérez publico pasquines virulentos contra el que había sido su rey, que hicieron las delicias de los hugonotes europeos.

"¿Ha hecho algo España en el mundo, como no sea quemar herejes y perseguir eminencias científicas, destruir civilizaciones y dejar por doquier huella sangrienta de su paso?", se preguntaba en 1914, Julián Juderías en su libro La Leyenda Negra. Esta consiste en la versión que urdieron holandeses y anglosajones. Retrataban a España como una nación gobernada por tiranos, que utilizaron la Inquisición para someter a sus propios súbditos, enemiga del progreso y de las innovaciones.
En realidad, esto no era, como ya he dicho, mas que un arma propagandística para cohexionar las propias fuerzas contra España, que era el enemigo común contra el que era imposible dejar de chocar en el siglo XVI.

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