sábado, 16 de julio de 2016

Mi amigo el gigante, de Steven Spielberg.

Sophie es una niña huérfana con insomnio. Las monjas del orfanato les han dicho a las niñas que no se acerquen a las cortinas por la noche, pero ella es de las que cuestionan las normas. Se asoma, y ve a un gigante a través de los ventanales.
Ñajo es un gigante bonachón.  Lleva a Sophie a la Tierra de los Gigantes, donde vive con otros nueve congéneres que comen niños. Él, en cambio, se alimenta de pepinascos y bebe Gasipúm, una bebida provocadora de ventosidades.
Mientras Ñajo y Sophie esquivan a los otros gigantes, el gigante bueno le lleva al País de los Sueños, donde caza sueños. Ñajo se dedica a recorrer las calles de Londres y a hacer felices mientras duermen a los niños.
Pero los demás gigantes están comiendo demasiados niños y cercando a Ñajo, porque sospechan de su relación con Sophia. Hay que evitarlo. Quizá ellos dos no puedan hacer nada, uno por su carácter pacífico, y la otra, porque no es más que una niña. Pero quizá los adultos sí puedan hacer algo. ¿Y quién es un adulto más poderoso que la Reina de Inglaterra?

Crítica:

Las actuales películas infantiles tienen acostumbrados a los niños a un ritmo y a un sentido del humor que no es el de la presente cinta. Las imágenes de Sophie vagando a altas horas de la noche por el orfanato pueden predisponerlos contra lo que va a pasar a continuación.
La cinta está basada en la amistad entre dos personas de mundos diferentes. Una niña valiente y un gigante buenazo y vegetariano. Ñajo es un adulto que ha adquirido sabiduría pero ninguna de las manchas morales de esta condición. Conserva su inocencia y curiosidad.
La aparición de una Isabel II de mediana edad, rodeada de sus perros corgies, es bastante real.
También se nota que a película está basada en un relato infantil de Roald Dahl en la premisa que se mande a los gigantes malos a un sitio donde no puedan hacer daño en lugar de hacer lo más lógico que haría un adulto: matarlos.

Para ver:

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