domingo, 28 de agosto de 2016

Bajo otra bandera. Españoles luchando en el ejército nazi.

Lucharon por Hitler hasta las últimas consecuencias, desoyendo al mismísimo Franco. No eran mercenarios, sino voluntarios. en su nueva novela NIÑOS FEROCES, el escritor Lorenzo Silva nos revela la desconocida historia de este grupo de españoles cómplices de la mayor barbarie del siglo XX.

La Jostrasse es una discreta calle con sus descampados y bloques de viviendas. La mayor parte se encontraba en 2012 en obras. Ningún cartel recuerda que hasta 1989 se alzaba allí la ominosa presencia del Muro de Berlín. La única referencia con mapa de época nos la ofrece unrestaurante chino, el Peking Ente, en el número 1, en la esquina con la calle Wilhelmstrasse. Según el croquis, en el primer tramo de la callese hallaba la antigua Cancillería del Reich. A continuación, la nueva, concebida por el arquitecto Albert Speer para Hitler y su aparato administrativo. Tras ellas, en lo que hoy está un descampado, estaba el patio y el bunker donde los actores del acto final de la opereta nazi vivieron la Batalla de Berlín (1945)
En esa batalla, segun Anthony Beevor ( en su monografía BERLÍN), la defensa del sector gubernamental estaba en manos de algunas tropas alemanas, un grupo de niños de las Juventudes Hitlerianas y los viejos de la milicia popular Volksturm, así como unos batallones de unidades francesas y escandinavas, a las que no esperaba nada bueno si regresaban a su país por su actitud colaboracionista. 
El 30 de abril de 1945, a las 12: 30, Hitler se suicida. Algunas tropas letonas y una pequeña unidad española encuadrada en las Waffen S.S. todavía lucha contra los rusos. Los españoles no pasan de los 200 fusiles. Son muchísimos menos del millón de hombres que Franco había prometido a Hitler en 1942 para el caso de que los rusos llegaran a la capital. La mayoría murió en combate, unos pocos ejecutados por los rusos , y algunos lograron contarlo tras un largo cautiverio en Rusia.
El jefe de la unidad es Miguel Ezquerra. Tiene un subordinado, el alférez Ocaña. Los dos escribieron sus experiencias en la batalla de Berlín en sendos libros. Pero en el más detallado, el de Ezquerra, se encuentran anacronismos y contradicciones. Su texto demuestra un conocimiento profundo de la topografía de Berlín y del desarrollo de la batalla, pero dice cosas como que se repelió un ataque desde los pisos superiores del Kaiserhof, el hotel frente a la Cancillería. Rosemberg narra en su diario, recientemente aparecido, que el Kaiserhof fue pasto de las lamas en 1943, tras un bombardeo aliado.
Cotejado el libro testimonial de Ezquerra por varios historiadores, podemos decir que la unidad española tenía una composición bastante heterogénea. Algunos eran antiguos combatientes de la División Azul que se habían negado a regresar a casa cuando el grueso de la expedición fue repatriado en 1944. Estos hombres cruzaron clandestinamente la frontera para unirse a las tropas alemanas en los territorios ocupados. Otros eran soldados patológicos, de los que se vuelven huraños e insoportables si no escuchan disparos con asuduidad, perdidos para la paz. Un grupo pequeño eran trabajadores movilizados para el esfuerzo industrial de guerra alemán, hartos de morir durante los bombardeos en las trampas mortales que se habían convertido las fábricas de armamento. Otros eran antiguos combatientes republicanos, o rotspanier en la jerga militar nazi,.
Muchos de estos soldados clandestinos acabaron en Yugoslavia luchando contra los partisanos de Tito; otros lucharon en Rumanía, intentando frenar a los soviéticos en los Cárpatos. Estos últimos son los que serían trasladados al sector gubernamental de Berlín.
Los voluntarios "rumanos" se engancharon en una leva oganizada por León Degrelle para la División Wallonie, donde se pusieron por primera vez el uniforme de las Waffen S.S.. Se formaron dos compañías que combatieron por primera vez en la batalla de Stargard, en Pomerania, a comienzos de 1945.

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