jueves, 1 de septiembre de 2016

Ben-Hur (1959)

Mañana, 2 de septiembre de 2016, se estrena la tercera versión para la gran pantalla de este clásico de la novela histórica. Las críticas dicen ya, sin que nadie haya visto todavía la película en España, que no puede competir con la versión de 1959, protagonizada por Charlton Heston, que se ha querido comprimir mucho en poco tiempo.

La historia:

Ben-Hur (Charlton Heston) es un noble hebreo que vive en Jerusalém. Esta feliz porque ha regresado su amigo romano de la infancia, Mesala (Stephen Boyd). El problema es que vuelve al mando de dos legiones y que pretende que Judá Ben-Hur le indique quienes están conspirando contra las autoridades romanas. Este se niega y con esto corta toda la relación con él.
Llega el procurador Valerio Grato a Judea. La gente no le aclama pero le deja pasar, hasta que una teja le golpea en la cabeza y lo deja inconsciente. Mesala, el tribuno militar al mando de la escolta, decide que Tirzáh, la hermana pequeña de Judá, ha lanzado la teja adrede y detiene a toda la familia.
Judá es condenado a galeras, donde conoce al navarca ( almirante) de la Flota de Miseno y cónsul Quinto Arrio. Judá le salva la vida tras una disputada batalla contra los piratas cilicios. De vuelta en Roma, el emperador Tiberio le dice que disponga de la vida del esclavo a su sabor, así que Quinto Arrio lo adopta y le ofrece la ciudadanía romana.
De vuelta en Judea, Judá busca a su madre y su hermana. También comprende que Mesala no va a cambiar y que, por esta razón, debe ser humillado en la spina del circo delante de sus iguales. Para conseguirlo cuenta con la fortuna del jeque Iliderim, de su tiro de caballos y de los consejos de Baltasar.
En la película aparece Jesús de Nazaret, que a través de Baltasar y Esther, la pareja de Judá, será la influencia positiva para un Ben-Hur dominado por las ganas de desquite contra una Roma todavía fuerte y poderosa, y contra la que se puede hacer poco o nada.
Los métodos romanos, aprendidos contra su voluntad pero asumidos plenamente, como le explica el nuevo procurador de Cesárea, Poncio Pilatos, solo conducen en su caso a un callejón sin salida.

La crítica:

Las carreras de cuádrigas eran tan violentas como se muestra en la película. A los romanos les gustaban los trucos sucios. Lewis Wallace hizo que Mesala condujera un carro falcado y hostigase con el látigo a su tiro de caballos frisones negros para que nos cayera mal y deseasemos su derrota. Pero el maltrato a los caballos, que tenían que ser rematados en la arena con frecuencia, era habitual.

Ben-Hur está profundamente romanizado, a diferencia de Jesús de Nazaret, metido de lleno en las prácticas religiosas judías. Está tan romanizado que en ningún momento le vemos rezar con las filacterias. Si hubiera sido real probablemente habría colaborado con Roma en lugar de tontear con la idea de las revueltas, cosa que no aparece en la película.

Pilatos, así como Gesio Floro, fueron malos procuradores. Poncio Pilatos había sido enviado como procurador de Judea, un destino conflictivo, por su apoyo a Sejano, un conspirador contra Tiberio y el fundador de la Guardia Pretoriana.
Fue enviado a rendir cuentas a Roma por Claudio tras provocar una matanza de samaritanos durante la celebración de unos ritos en el Monte Guezirim. Alguien le dijo que los samaritanos guardaban un gran tesoro en Siquem (la actual Nablús) y fue tan tonto que se lo creyó.

Nadie murió durante la filmación de la carrera de cuádrigas, que en la película dura siete minutos. Los corredores dan siete vueltas a la spina, porque se trata de un número sagrado para el mundo romano. Se colocaron muñecos realistas para simular los cadáveres de los aurigas muertos al estrellarse en las curvas.
También es muy creíble que un tribuno romano en provincias se arruine apostando por su facción. Había cuatro. Competían en parejas. Eran los verdes, los azules, los rojos y los blancos. Los patricios apostaban y pagaban el patrocinio de los azules. El pueblo apostaba por los verdes, patrocinados por el emperador o las autoridades provinciales.

Los uniformes y el armamento de los infantes de marina romanos difieren de los legionarios de tierra firme, cosa que no se aprecia en el filme. Por ejemplo, los escudos del soldado naval romano son redondos, hoplones griegos. Otra cosa es que los romanos combaten embistiendo las naves enemigas, buscando el cuerpo a cuerpo con las espadas cortas. Derrotar a la flota cartaginesa en las Guerras Púnicas no les inspiró tácticas militares adaptadas al mar.

Los remeros de las galeras de guerra eran hombres libres, no esclavos condenados por rebelión. Tampoco se recuerda ninguna batalla entre los piratas cilicios y la Flota de Miseno entre 20 y 33, sencillamente porque fueron Julio Cécar y Sexto Pompeyo los que habían acabado con estas flotas de bandidos del mar.

Para ver:
El trailer de la película de 1959.
https://www.youtube.com/watch?v=Ql0c4JD-93c 

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