martes, 11 de abril de 2017

La primera huelga.

Ramsés III fue un faraón desafortunado. Es cierto que logró frenar a las hordas piratas y saqueadoras de los Pueblos del Mar, que ya habían borrado de la paz de la Tierra al pueblo hitita. Lo hizo en una desaconstumbrada batalla navel cerca del delta del Nilo. Desgraciadamente, estas victorias y sus celebraciones vaciaron las arcas del Estado.
Los funcionarios y los sacerdotes dejaron de recibir su sueldo en una sociedad sin dinero físico. La sombra de la hambruna, más destructivo como cualquier cosa que se les pudiera ocurrir a unlider de los Pueblos del Mar, planeaba sobre Egipto. Es entonces cuando los picapedreros y los artistas que trabajan en el Valle de los Reyes, dejan de recibir su sustento en 1152 a de C. Al grito de "!Tenemos hambre!", sesenta picapedreros se dirigen, conducidos por el escriba Paturere y dos capataces, hasta la tumba inacabada de Ramsés III y se sientan delante hasta que el visir se traslada al lugar. Promete que los pagos serán solventados porque sin el trabajo en la necrópolis el faraón no podrá realizar sus labores religiosas. Los trabajadores recibieron 50 sacos de trigo, pero no posteriores envíos, por lo que una peligrosísima forma de supervivencia fue el saqueo de las tumbas levantadas durante los siglos anteriores.
Egipto pasaría de ser la más estable de las potencias de la región a una segundona, víctima de las apetencias territoriales de vecinos no mucho más prósperos.

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