sábado, 1 de julio de 2017

El Ministerio del Tiempo y el duque de Lerma.

En este capítulo de la serie nuestra querida Patrulla debe conseguir que Felipe III ratifique el Tratado de Londres ( 1605) que permitía comercíar con productos del Nuevo Mundo a los mercantes ingleses. A cambio Jacobo I se comprometía a no apoyar a los rebeldes protestantes de las Provincias Unidas. Sabidos de todos es que, pese a sus defectos, que eran muchos y variados, Felipe III era un monarca pacifista. Parece ser que unos agentes enemigos han tratado de envenenar al embajador inglés con unos pasteles saboyanos de higadillos, que,por fortuna, solo han matado a unos perros de caza.

Lerma (1553-1625) fue un especulador inmobiliario que trasladó la corte a Valladolid y luego la volvió a trasladar a Madrid, para poder revender más caras las propiedades que los aristócratas malvendieron en su afán de seguir al rey donde fuese.

También vemos los piques entre Lope de Vega y Cervantes, que eran habituales en la época. Me da un poco de pena Amelia Folch. Es duro ver bajar del pedestal donde los tenías a los literatos que siempre has admirado. Pero el siglo XVII, como le dice el almirante Howard, a Alonso Entrerríos tras una estúpida a puesta donde se juega el estoque ropero, es una época del "más valer". Todos están prestos a sacar las espadas y liarse a estocadas por unas palabras imprudentes. Un mal día y un posterior mal encuentro pueden acabar en palabras imprudentes e insultantes, un cruzar de aceros y una orden de prisión, ejecución o exilio. Pregúntenselo, si viviera, a Quevedo.

No se sabe si William Shaquespeare estuvo en la corte de Valladolid en la comisión diplomática del almirante Howard, pero si lo estuvo probablemente se entrevistó con Cervantes o Lope de Vega, sin la necesidad de la intercesión de Lerma.

La Comitiva inglesa que ratificó el Tratado de Londres era de 600 personas. Cuando la Corte abandonó Valladolid la ciudad recobró su aire provinciano, del que no se deshizo hasta la llegada del ferrocarril en 1856. Valladolid ha dado políticos de la talla de José María Aznar, el verdugo de los etarras.

La reina Margarita tenía espías en el entorno del Duque de Lerma. El pueblo no lo quería demasiado, ni siquiera los labradores de su mayorazgo. Finalmente se organizó una investigación, y el válido cayó en desgracia. Para evitar ser ejecutado pidió a Roma el capelo cardenalicio y con eso huyó de la Justicia de los hombres, que no la de Dios. La reina Margarita había muerto antes de esta espantada por lo que no pudo disfrutar del triunfo de sus intrigas por el bienestar de España.

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