miércoles, 22 de noviembre de 2017

Iván Maisky, el hombre de Stalin en Londres.

Durante los años 30 se decía que el 62 por ciento del cuerpo diplomático soviético acababa purgado o fusilado. Maisky sintió que la sangre se helaba en sus venas en su elegante cama del Palace Gardens, cuando le comunicaron por valija diplomática que su esposa había sido detenida y que sus principales servidores en la embajada habían sido fusilados.

Iván Maisky tenía todas las papeletas para un desenlace trágico en la Rusia estalinista. Había sido menchevique, era judío y polaco y estaba contaminado por vivir en un país de Occidente.

Había nacido en 1884 y con solo 18 años fue expulsado de la Universidad y deportado a Siberia por actividades subversivas. Huyó a Inglaterra para continuar su labor política. Allí conoció a Chicherin y Litvinov, futuros ministros de Asuntos Exteriores de la incipiente Unión Soviética. También intercambió impresiones con intelectuales de la talla de Bernard Shaw y H. G . Wells.

En 1932 Litvinov envía a Maisky a Inglaterra para conseguir una alianza con Gran Bretaña y Francia con la que limitar la influencia de la Alemania nazi. Maisky corteja a Lloyd George, líder del Partido Liberal; a Winston Churchill, quien interrumpió una conversación con el rey Jorge V para saludar a Maisky calurosamente; a Ralph Butler, una joven estrella del Partido Conservador, cuya familia tenía escaño en el Parlamento desde 1368; y a Anthony Eden, jefe del Foreign Office.

El pueblo inglés estaba encantado con Maisky. Ya con la Segunda Guerra Mundial en marcha, con Litvinov sustituido por Molotov, el diplomático ruso se acercaba durante las alarmas de bombardeo con su coche blindado a las estaciones de metro para repartir mantas. Y eso a pesar de que Rusia había firmado un pacto de no agresión con Alemania y había obtenido como premio una parte de Polonia. La gente podía haberle insultado pero le recibían con vivas, puños en alto y estrofas de la Internacional.

En 1943 Stalin se enfada con Maisky. El hombre de Londres no le ha conseguido un lugar en la Conferencia de Casablanca, donde Churchill y Delano Rooselvelt discutieron los planes de invasión de la Europa ocupada. Decide que Maisky ya lleva mucho tiempo luciéndose en los salones ingleses y le hace regresar.

Maisky se teme lo peor. En 1953, pocas semanas de la muerte de Stalin es apresado, llevado a la prisión de Lubyanka y interrogado por el KGB. No tienen nada de lo que acusarle, y los mismos interrogadores se preguntan qué hacen allí. De todas maneras no le dejan escribir nada y lo retienen preso dos años. Al final llega la orden. Krushev lo libera y lo rehabilita. La Unión Soviética ha vencido al lobo malo nazi y lo ha hecho gracias a la labor y la popularidad de Maisky en Londres. Lo demás eran paranoias de Stalin, que ya no estaba en el mundo de los vivos.


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