jueves, 12 de julio de 2018

Incierta gloria, de Agustín Villaronga. (2017)

Como ya hizo en su momento con PA NEGRE, el director de cine Agustín Vilaronga vuelve a adaptar una novela de Joan Sales sobre la Guerra Civil Española, INCIERTA GLORIA. No es una película bélica sino romántica, acerca de lo que hay que ceder para poder sobrevivir, de cuánto te tienes que ensuciar el alma con el mismo propósito.

Frente de Aragón, 1937. Lluis (Marcel Borrás) es un joven oficial republicano que se enamora de Carlana (Núria Prims), la misteriosa viuda de un terrateniente. Carlana lo manipula para que falsifique un documento que la convierta en Señora de toda la comarca, entre la que destaca un Belchite que no se nombra ni en la novela ni en la cinta.

Un compañero degradado, Juli, se entera del chachullo, que bien puede acabar con Lluis frente a un pelotón de fusilamiento, y le dice que guardará el secreto a cambio de que aleje de las bombas a su mujer Trini y a su hijo. El problema es que los dos  hombres están enamorados de Trini, y esto es lo que va a utilizar Carlana para deshacerse de Lluis, y convertirse en la vencedora de su guerra particular.

El Aragón rural ha quedado dividido en dos zonas, la que sigue al Gobierno legítimo del asediado Madrid y la que sigue los dictámenes de los sublevados desde Burgos. El frente en ese sector está en calma, no así la retaguardia, que es un semillero de venganzas espontáneas con motivo de las colectivizaciones de tierras. Los "emboscados" republicanos fusilaban curas y terratenientes. En la zona nacional los que caían eran los sindicalistas y líderes populares o sospechosos de llegar a serlo en determinadas circunstancias.

Los republicanos intentan recuperar el espacio perdido con la victoria en Belchite, pero esta sangría de hombres y medios permite fortificar Zaragoza a los nacionales, por lo que los milicianos se ven incapaces de tomarla.

Joan Sales luchó con los republicanos, se exilió en Francia y no pudo regresar hasta 1948. Su novela es un puñetazo en el estómago contra la propaganda de los dos bandos. Los nacionales decían que no solo eran generosos al permitir la publicación de INCIERTA GLORIA sino que al autor no se le había encarcelado ni fusilado. Los republicanos exiliados decían en cambio que se los mostraba como unos fanáticos incapaces de ganarse la adhesión de los campesinos, a los que fusilan por el mero hecho de haber trabajado en tierras pertenecientes a la Iglesia.

Aquí no hay buenos y malos en función de su bando. Los hay en función de su compasión o falta de esta ante el sufrimiento del prójimo. Juan Goytisolo dio buenas críticas al libro, al que comparaba con los de Camilo José Cela, Ana María Matute, Rafael Sánchez Ferlosio o Mercé Rodoreda. Goytisolo tradujo a todos estos autores.

Pero INCIERTA GLORIA no se publicaría hasta 1962 con cuatro años de retraso sobre los plazos previstos.

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