viernes, 13 de julio de 2018

La revolución silenciosa, de Lars Kraume. La apoteosis de la desobediencia civil.

1956. Las tropas soviéticas han aplastado el levantamiento popular en Hungría. En la zona de Berlín controlada por los comunistas las autoridades han censurado las noticias sobre cualquier suceso que haya tenido lugar en Hungría. Pero dos estudiantes de sexto grado descubren en una de sus escapadas a la parte occidental de la ciudad, donde no se censuran ni la radio ni las primeras televisiones, lo sucedido.

Proponen a sus compañeros hacer un minuto de silencio por los caídos en Budapest durante la clase de Historia, lo que cabrea al profesor, al Consejo Escolar y al ministro de Educación. Por este orden. En seguida empiezan las presiones para que algunos alumnos confiesen el nombre de los cabecillas y las amenazas de que los alumnos que no cesen en sus actividades de desobediencia civil no se gradarán ni accederán a la Universidad.

Contexto histórico:

El 23 de octubre de 1956 miles de estudiantes húngaros se congregaron en la plaza del general Bem József, en Budapest. Querían la retirada delas tropas soviéticas, la democratización de la vida política y el regreso del reformista Inre Nagy, depuesto unos meses antes como primer ministro. La multitud, cada vez más nutrida, llegó al Parlamento y la emisora de radio. Ante el temor de una insurección estudiantil, la Policía abrió fuego y detuvo a los cabecillas.

Esta rebelión se puede inscribir dentro de las reacciones de los países del bloque soviético ante la muerte de Stalin. En Polonia la insurrección polaca de 1956 sirvió para expulsar del poder a los dirigentes estalinistas. También hubo actos reclamando una maor apertura en el Este de Alemania. Pero en Hungría gobernaba el estalinista Erno Gero, que no tardó en tachar publicamente a los estudiantes de reaccionarios vendidos al capitalismo, pese a que estos no querían romper con el comunismo.

El presidente de la URSS, Yuri Andropov envía los tanques a Budapest, ciudad que somete tras cinco días de combates callejeros. En toda Hungría se formaron consejos revolucionarios que tomaron el poder y se enfrentaron a los simpatizantes soviéticos. Andropov ordena un alto el fuego ante la inesperada resistencia y Gero huye a la URSS. Nagy se convierte en primer ministro.

Nagy abole el sistema de partido único, libera prisioneros políticos y anuncia publicamente que Hungría saldra del Pacto de Varsovia, lo cual será su condena de muerte. 30.000 soldados de infantería del Ejército Rojo invaden Budapest y disparan contra todo lo que se mueve. Nagy llama en su auxilio a las potencias capitalistas, pero Francia y Gran Bretaña están centradas en la crisis del Canal de Suez, y Estados Unidos no quiere enfrentarse en suelo europeo a los soviéticos. Nagy será ejecutado junto con otras 340 personas. 200.000 personas irán al exilio y se encarcelarán a 22.000 insurgentes. Será el sangriento final del otoño húngaro.

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