miércoles, 6 de febrero de 2019

Dos siglos del Museo del Prado.

Al principio sólo podían visitarlo los nobles los miércoles por la mañana. Actualmente acuden a él tres millones de personas al año y es, sin duda, una de las mejores pinacotecas del mundo. En sus 200 años de historia al Museo del Prado le ha sicedido casi de todo.

1809. La reina María Isabel de Braganza está examinando el transcurrir de las obras de restauración de El Escorial cuando descubre en los sótanos una serie de lienzos amontonados. Había Tizianos, Riberas, Velázquez; obras todas de las colecciones reales. Mujer culta y esteta, le solicita a su marido, el rey Fernando VII, que le permita trasladar los cuadros a un lugar donde puedan ser admirados.

La idea prosperó porque el rey intruso, José I Bonaparte, había expoliado el patrimonio español con la ayuda de hombres de paja. Parte de lo confoscado de conventos, iglesias y domicilios aristocráticos podía verse en Francia en lo que se denominó el Museo Josefino. Otra parte nada desdeñable del patrimonio confiscado había sido destruído por las tropas británicas o tomado como botín tras la batalla de Vitoria (1813).

Isabel de Braganza murió sin ver cumplido su sueño a causa de su muerte durante un parto en 1818. El Real Museo de Pinturas y Esculturas ve la luz en 18 de noviembre de 1819, fundado por la tercera esposa de Farnando VII, María Josefa Amalia de Sajonia. Las pinturas se instalaron en un edufucio ideado en el siglo XVIII por el arquitecto Juan de Villanueva en el Prado de los Jerónimos ( de ahí el nombre del Museo) con unos fondos iniciales de 311 obras procedentes de las colecciones reales.

Durante todo el siglo XIX, el Prado fue un Museo de Arte Contemporáneo. Todos los pintores que querían hacer carrera lo hacían con la ilusión de que un cuadro suyo fuese incluído entre sus fondos. En 1868, tras la Gloriosa, dejó de ser real y en 1872 llegaron las pinturas del Museo Nacional de la Trinidad, disuelto por la desamortización.

Algunas pinturas negras de Goya, pintadas en Burdeos durante sus años finales, fueron donadas por el barón Fredèric Èmile d¨Erlanger. Pero el Museo a finales del siglo XIX estaba muy desatendido. Los conserjes vivían en el edificio y hacían hogueras para calentarse las manos durante sus guardias nocturnas. Los niños de esas familias jugaban entre las salas. Mariano de Cavia era un periodista de El Liberal que pensó que eso debía terminar, por lo que publico en portaba una fake news sobre un incendio por un descuido del Museo. El público empezó a exigir más atención por el patrimonio de todos los madrileños.

Durante los años de la Segunda República algunos restauradores hicieron cpias de los cuadros más emblemáticos para que los campesinos del atrasado mundo rural español pudiesen verlas. Eran las Misiones Pedagógicas.

Durante el siglo XIX sólo las personas que hubiesen recibido una recomendación acreditada por alguien de la Corte podían contemplar los cuadros. El Museo estaba abierto para esas personas solo los miércoles por la mañana. Actualmente solo cierra tres días a año.

Sabemos por los archivos del Museo del Prado que el pintor impresionista francés Edouard Manet visitó la pinacoteca el 1 de septiembre de 1865. A la salida le comentaría impresionado a su colega Henrî Fantìn Latour que había descubierto a Velázquez.

Durante la Guerra Civil los cuadros fueron evacuados de una forma caótica por los comisarios del Museo y enviados a Valencia, y desde allí a Ginebra, cuando todo empeoró. Todo fue devuelto al nuevo Gobierno franquista en 1939.


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