Asistir a la boda de una hija;ver un partido de fútbol en el mismo estadio de tu equipo; dar un abrazo a tu madre; o volver a la casa del pueblo dónde has sido feliz. Parecen cosas sencillas que están al alcance de cualquiera. Pero si tienes una enfermedad que te impide moverte con libertad ya no es tan sencillo. Pesonas postradas en una cama de hospital o enfermos terminales han logrado hacer estos deseos nada banales realidad gracias a la Ambulancia del Deseo.
El doctor José Manuel Salas y sus compañeros llevan años luchando por humanizar la atención que reciben los pacientes en los servicios de emergencias, urgencias y catástrofes. La labor de estos sanitarios no se centra solo en conducir las ambulancias, vendar, entablillar y suturar sino también en hacer el trago de estar en un hospital menos amargo.
En realidad, las Ambulancias del Deseo originales son holandesas. Fueron creadas por Kees Beldboer. "Las salidas que hacemos con los pacientes son un chute anímico de energía y positividad para los pacientes, los familiares y nosotros, los sanitarios que los atendemos en el día a día. Gracias a nosotros personas en sillas de rueda han podido tocar el agua del mar por primera vez, dar el paso de casarse o volver a la casa natal del pueblo". dice José Manuel Salas.
Ese fue el caso de Julio, un asturiano de 96 años que vivía en una residencia. Solo deseaba volver a Tene, el lugar donde creció. "Papá tenía una demencia pero siempre nos preguntaba por su pueblo; su mente estaba allí siempre. Quería volver", confiesa Montse, su hija.
La situación del anciano y la complicada carretera rural que llevaba hasta el pueblecito hacían muy difícil que su familia pudiera llevarlo. Sin embargo los sanitarios de la Ambulancia del DDeseo acudieron en su ayuda. "Estaba en una sillade ruedas y no podía movese con libertad. Sin embargo, a medida que nos acercábamos a Tene, empezó a recordar cosas y tuvo unos instantes de lucidez. Incluso se levantó de la silla para dar un paseo y le tuvimos que pedir que se sentara de nuevo. Cuando volvió a la residencia, las auxiliares le preguntaron qué tal había ido el viaje, y él dijo: "Ha sido el día más feliz de mi vida".
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