jueves, 2 de junio de 2022

Gunta Stölz y las tejedoras de la Bauhaus.


 Una muchacha con un uniforme de enfermera se escapa del hospital de campaña los pocos momentos libres que le deja la atención de los heridos de la Primera Guerra Mundial en los frentes franceses e italianos para dibujar enun cuaderno las ruinas de las iglesias destruídas por los impactos de la artillería enemiga. Luego vuelve al infierno de las heridas de metralla, los pulmones destrozados por el gas y la falta de suministros médicos.

Pero un día le Gran Guerra termina y la joven enfermara Gunta, de 22 años, ha reunido la valentía para dejar atrás la obsoleta y clasicista Escuela de Arte de Munich para abrazar los postulados vanguardistas del movimiento Bauhaus, en la ciudad de Weimar. En las aulas todavía no había muebles por lo que los alumnos/as tienen que sentarse en el suelo. Algunos de los estudiantes acuden a clase vestido con sus viejos uniformes militares. Arrancaban las insignias que identificaban las unidades y se ponían parches de colores en el espacio vacío.

Tras las clases los alumnos/as van a tomarse un refrescante baño en el río completamente desnudos. "Para mi madre formar parte de la Bauhaus fue una liberación. Querían ponerlo todo patas arriba: las formas, las texturas, los colores. Incliso cultivaban un huerto comunitario para autoabastecerse. Los de la Bauhaus querían una sociedad más igualitaria", declara Monika Stadler, la hija de Gunta Stolz.

En 1919, año de la fundación del movimiento Bauhaus, fue el primero en que las mujeres alemanas pudieron votar. Walter Gropius, el director de la escuela, dijo que no habría ninguna diferencia entre hombres y mujeres en el centro, pero lo cierto es que relegarona las alumnas a los talleres de tejido. Mientras los hombres experimentaban con todas las técnicas de vanguardia bidimensionales y rompían con el art noveau, las mujeres tenían que limitarse a lo tridimensional.

Otra prueba de que la Bauhaus no era igualitaria fue el conflicto que convirtió a Stölz en la única maestra y directora de un departamento en toda la historia de la Bauhaus. Las alumnas se quejaron de que el director del Departamento de Tejidos no hacía nada, que Gunta Stölz estaba asumiendo muchas de sus funciones y que ella merecía más el puesto de dirección que el antiguo titular. Los profesores se escandalizaron pero acabaron por ceder.

Gunta convertiría el taller de tejidos de la Bauhaus en un laboratorio rentable de expresión artística donde se experimentaba con todas las técnicas y tejidos.

En la primavera de 1928, Gunta y un grupo de alumnos asistieron a un Congreso de Arquitectura celebrado en Moscú. Allí la tejedora conoció a Arieh Sharon, un arquitecto judío afincado en Palestina, del que se enamoró. Gunta se quedó embarazada poco tiempo después de su boda. Llevaba a su hijo a las clases y lo amamantaba delante de todo el mundo, lo cual era un escándalo incluso en la progresista Bauhaus.

Con el advenimiento del nazismo, el centro de creación se había trasladado a Dessau. Gunta, casada con un judío, había renunciado a la nacionalidad alemana para poder aceptar la palestina. Los alumnos, intentando quedar bien con las autoridades políticas dibujaban esvásticas en la puerta de Gunta, pese al apoyo de las alumnas. La reacción del director Ludwig Mies Van der Rohe fue tibia, lo cual supuso la ruptura de Gunta Stölz con el movimiento. 

Se instaló con su marido en la neutral Suiza, donde continuó creando. Muchas de sus telas se exponen en los museos de Europa.

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