Sir John Marshal (1146-1219) es el mariscal de Inglaterra que aparece en la película ROBIN HOOD de Ridley Scott (2010). ambientada en la Guerra de los Barones. Durante el reinado de Juan Sin Tierra algunos de los principales barones se levantaron contra la recaudación excesiva de impuestos y no pararon hasta hacer firmar al monarca la Carta Magna, donde se ponían limitaciones por primera vez a los privilegios feudales. John Marshal no apoyó nada de esto, no porque lo viera justo, sino porque estaba atado por juramento de vasallaje a la política del monarca.
Marshal había sido consejero de Enrique II, de Ricardo Corazón de León, de Juan Sin Tierra y de Enrique III. De hecho su sentido del vasallaje era tal que defendió el derecho al trono de Ricardo contra el regente Juan durante su cautiverio en Austria. Lo cual no es óbice para que después de la muerte de Ricardo durante el asedio de un castillo en Francia en 1199 defendiera los derechos dinásticos de quien había combatido con ferocidad una vez fue coronado.
Como hijo segundón de sus padres no tenía derecho al título así que Marshall ganó su fama como combatiente en los campos de batalla y los torneos, donde pronto destacó por su destreza y generosidad con los vencidos. Cobró rescate por los caballos y las armaduras de numerosos caballeros, de tal manera que el rey Enrique II se fijó en él para que enseñase a manejar las armas al príncipe Enrique, heredero de un trono que jamás ocupó a causa de su prematura muerte.
Después cumplió el voto de luchar dos años al lado de las caballeros templarios en Tierra Santa, promesa hecha al príncipe Enrique en su lecho de muerte. Cuando regresó, con una aureola de caballero perfecto, el rey Enrique II le concedió las tierras y la mano de una rica propietaria, Isabel de Clare, condesa de Pembroke. Los días de Marshal como caballero andante sin fortuna habían terminado al fin.
Murió en 1219 cuando trataba de evitar la invasión y el derrocamiento del rey de Inglaterra por parte de los caballeros embarcados en una flota francesa. No vivió para verlo, pero la derrota fue de tal magnitud que el rey de Francia renunció a sus derechos sobre la corona inglesa hasta la Guerra de los Cien Años.

No hay comentarios:
Publicar un comentario