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FOTOGRAMA DE LA PELÍCULA SOBRE EL DERECHO DE PERNADA Y LOS INICIOSO DEL FEUDALISMO "EL SEÑOR DE LA GUERRA", PROTAGONIZADA POR CHARLTON HESTON. |
Durante Este periodo el espacio comprendido en torno al Mediterráneo estaba repartido en tres zonas de influencia cultural. Los países árabes eran una sociedad urbana que había recogido y asimilado con nota la cultura grecolatina y el urbanismo romano. Constantinopla era una potencia comercial. Pero los países del Occidente cristiano tenían que redescubrir todo eso, dominado por ciudades en ruinas sin ninguna trascendencia política o económica, y muchos campesinos controlados por señores feudales analfabetos cuya única labor era el guerrear.
El mundo de estos caballeros era un mundo homosocial- es decir, de hombres y para hombres armados, que ensalzaba los valores viriles de partirle el cráneo al prójimo con una espada-. Los muchachos se educaban leyendo hazañas guerreas o escuchándolas de los trovadores.
El señor feudal podía castigar a sus siervos o expulsarles de sus tierras a su antojo pero a cambio se comprometía a impartir justicia y a defender a esos mismos campesinos de los bandidos y de las hordas de merodeadores e invasores que todavía asolaban Europa.
Fueron esos pequeños señores rurales los que talaron bosques, roturaron tierras, construyeron infraestructuras como molinos o puentes y violaron a sus siervas en medio de borracheras. Los campesinos se rebelaban de vez en cuando, pero aparte de que no disponían de métodos para mantener una acción armada en el tiempo ni los conocimientos tácticos o la formación guerrera, estas revueltas acababan mal y con una gran represión. Campesinos ahorcados en las lindes del bosque o en los cruces de caminos.
El ROMAN DE LA ROSE de Chretien de Troyes describe una de estas represiones de una revuelta campesina de 997: A varios mandó el duque arrancar los dientes y a otros los ojos, y muchos fueron quemados vivos.
El rey los dejaba hacer porque todavía el poder central no estaba afianzada y les cedía los feudos a estos caballeros a cambio de tributos y tropas de caballería y infantería (campesinos adiestrados en el uso de la espada y el arco. A cambio de este apòyo el noble no pagaba impuesto y era señor de horca y cuchillo en sus tierras.
Las ideas sobre el amor cortés y los ideales de la caballería de proteger a los débiles y honrar a las damas surgirían en Occitania dos siglos después, o con el contacto con los árabes en las Cruzadas. La labor intelectual en estos incipientes reinos cristianos estaba en manos de los monjes y de las mujeres de la nobleza, que actuaban como úteros de guerra y consejeras de sus maridos, pero con los que no pasaban más tiempo que el imprescindible.
Violentos, toscos, supersticiosos, pero excelentes soldados, esos caballeros practicaban comunmente la perfidia, pero jamás faltaban a la palabra dada.
Pirenne, historiador belga.
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