La Ndrangheta es la temida mafia de Calabria, una de las organizaciones del crimen organizado más sanguinarias. En 2021, su principal responsable, Doménico Paviagliaviti, fue detenido en Madrid.
XL SEMANAL entrevistó por aquellas fechas al juez Roberto di Bella. Este togado tiene un plan para socavar los cimientos de esta organización consistente en apartar a los hijos adolescentes, llamados a continuar los negocios sucios de la organización, del control y el contacto con sus familias.
Según Di Bella tras el macrojuicio contra Paviagliviti muchos arrepentidos están empezando a hablar, cansados de las normas y de las expectativas que el entramado criminal ofrece a sus familias, algo imposible de conseguir en un mundo donde la omertá y la lealtad familiar al jefe del clan lo es todo.
El poder económico de la Ndrangueta procede den tráfico de cocaína, que manejan con sus socios de los cárteles de América Latina, pero la fortaleza reside en que se trata de clanes familiares con una disciplina ferrea, casi militar.
La Ndrangueta funciona gracias a la brutalidad y a la obediencia ciega a los líderes del clan, que suelen son los patriarcas familiares. Cuando Di Blella fue nombrado juez de menores en la década de 1990 la lucha contra la Cosa Nostra estaba en su apogeo. Él venía de Sicilia donde se abababa de asesinar a jueces tan implacable como Giovanni Falcone y Paolo Borsellino. Sentía que se le estaba escamoteando del auténtico combate.
Hasta que llegó su primer caso de menores relacionado con la Ndrangueta. Habían muerto un chico y una chica. La muchacha se enamoró de un muchacho comprometido con otro clan y los familiares de él le degollaron. Un primo mayor, que era complice de la relación y debía recogerles, fue tiroteado. Los asesinos eran menores. Di Bella no tardó en entender que ese crimen era representativo de la adolescencia en esos clanes.
Di Bella afirma que estos adolescentes no se meten en asuntos turbios por falta de oportunidades laborales o por sere pobres sino por deberes hacia los adultos de sus clanes familiares, de los que no pueden escapar.
Di Bella empezó juzgando a los padres y abuelos y con el paso del tiempo se encontraba que a quienes tenía en el banquillo de los acusados era a sus hijos. Los adolescentes consideraban de la más normal y rutinaria esta situación, y entendían que sus hijos pasarían por ella más antes que después. Son adoctrinados desde pequeños en las reglas de la mafia y mentalizados para asumir que su vifda puede ser corta y su muerte violenta.
Estos adolescentes aprenden a disoarar desde pequeños y a presenciar las ejecuciones de los miembros de los otros clanes o de los infractores. Estas experiencias consolidad la obediencia a los líderes de los clanes en medio de una estructura casi tribal.
Di Bella está convencido de que la única manera de poner coto a la continuidad de la Ndrangueta es acabar con la cultura de la obediecia ciega a los adultos del clan y de la violencia apartando a los jóvenes de sus familias e instalándolos en entornos más equilibrados. Porque estamos hablando de un mundo en el que los padres, huídos o encarcelados, pueden ordenar a un hijo de 17 años que mate a su madre, sospechosa de adulterio.
Son Muchachs/as que han pasado las Navidades y la Semana Santa en búnkeres donde se esconden los tíos o los padres, de los carabinieri o de los miembros de los clanes rivales. Han asistido a demasiados entierros de primos y chicos de su entorno por muertes violentas a causa de las rivalidades entre familias.
Son chicos adolescentes que ya ssaben lo que es el temor en los ojos de los adultos, que tienen fantasías de poder y revancha contra otros clanes familiares. Saben que los adultos los respetarán por su apellido siempre que se atengan a las normas de la mafia.
En 2012 empezaron las acciones de Di Bella. Comenzó a apartar a los adolescentes de la Ndrangueta de sus familias por medio de órdenes judiciales. También apartaba del entorno a las mujeres adultas que lo solicitaban. Di Bella contaba con el apoyo de cinco ministros y de la Conferencia Episcopal Italiana.
Los jóvenes se encuentran con un ambiente equilibrado donde las disputas no se resuleven con violencia. Abren los ojos sobre las condiciones en que vivían y se plantean si salen ganando algo si dejan la Ndrangueta. El proyecto se llama en otaliano "LIBRES DE ESCOGER".
Por poner un ejemplo de un éxito del proyecto Di Bella recuerda el caso de una chica de 12 años. La llamaremos Silvana. Sus padres habían sido encarcelados por narcotráfico y ella pasó a ser tutelada por su abuela, que ocupó el lugar de los padres en la organización. Los jueces emitieron una orden de perdida de patria potestad.
Silvana hizo todo el camino lejos de Calabria, hacia los cuidados de una familia de acogida, con lágrimas en los ojos. Sus padres de acogida dicen que tenía pesadillas recurrentes en que el coche familiar explotaba o que había una redada de los carabinieri en el chalet familiar. Ahora tiene 17 años y lo único que desea es estudias. Libres para Escoger la va a ayudar con eso. Silvana visitó y Di Bella una vez y le enseñó una carta dirigida a su padre donde le decía: "Papá; estás en la cárcel porque has cometido crímenes. Pero el único culpable eres tú".
Con los chicos, sobre todos los que ya hacen de correos de la mafia o han cometido crímenes es peor. Tenemos jóvenes de 12 años que saben que los adultos se apartan cuando ellos aparecen en un barrio, que escupen al paso de un coche patrulla o que se tatuan un carabinieri en la planta de los pies para hacer ver que "pisan la ley. Pero son niños. Toman pastillas para hacer frente a la presión, tienen depresiones cuando muere alguien cercano y sufren stress postraumático como el de los soldados cuando se ven involucrados en un ajuste de cuentas por parte de los adultos. Cuando detenemos a uno y lo enviamos a un centro de menorres no lloran para no traicionar lo que les han enseñado sus padres, pero los funcionarios y los educadores sociales saben que se mueren por poder hacerlo.
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