La violenta "cruzada" de Duterte contra las drogas y los rituales funerarios filipinos. (Adaptación artículo 2017).

 

Cuando en noviembre de 2016 Rick Medina vio un cadáver en el noticioso supo que las tropas paramilitares del presidente Duterte habían matado a su hijo Ericardo, de 23 años.

Su hija Jhoy, de 26 años, se presentó en el depósito de cadáveres de una siniestra comisaría de Manila para reclamar el cuerpo de Ericardo, Estaba con ocho cadáveres muertos del mismo modo. Les habían envuelto la cabeza con cinta de embalar y les habían apuñalado hasta matarlo en el pecho y en el cuello. Un cartel sobre el pecho decía que lo habían matado por vender y consumir drogas. Según su padre, esto no era cierto. Según Jhoy, que lo conocía un poco mejor, había coqueteado con ellas.

Duterte es una especie de dictador populista que se ha comprometido acabar con la lacra del consumo de drogas en Filipinas matando mediante torturadores policiales y grupos de milicianos armados a los que las venden y las consumen. En seis meses de mandato 2.000 personas han perdido la vida en medio de ejecuciones extraoficiales. Y los que morirían hasta 2022. Porque un mandato presidencial en Filipinas es de seis años.

Durante el periodo de velatorio- de seis a diez días según las circunstancias de cada familia- el fallecido nunca queda a solas. Sobre el ataúd se ponen pollitos vivos que picotean miguitas de pan, en alusión a Dios que picotea la conciencia enferma de los hombres que torturaron a Ericardo. Eso suponiendo que un paramilitar la tenga. Se rompe un recipiente para poner fin al ciclo de la muerte, y evitar de este modo que haya más muertes en el seno familiar. En el féretro se meten objetos del fallecido para su uso en el Más Allá. Cuando el ataúd sale del hogar da tres vueltas al mismo y los asistentes tiran monedas a su paso para que Ericardo pueda pagar su viaje al Más Allá.

Los familiares también pueden esperar el paramdan, una visita del espíritu del finado cuando la muerte ha sido misteriosa o violenta. Jhoy aforma haber sido visitada en sueños por su difunto hermano pequeño. "Sonreía.- dice ella.-Así era mi hermano. No guardaba rencor a nadie".