Una española pasa 500 días aislada en una cueva granadina.

Beatriz Flamini, de 50 años, salió el pasado viernes de su encierro a 70 metros bajo tierra, un reto que se convertirá en documental.

 

14 de abril de 2023. Hace 500 días que Beatriz Flamini aparcó su furgoneta en un lugar secreto de Granada, a la que leva en todos sus retos de aventura y que responde al nombre de Cirila. Esta karateca, alpinista, escaladora y espeleóloga se propuso en 2021 pasar 500 días aislada en las profundidades de una cueva para batir el récord de aislamiento total.

Flamini había planteado su reto a la productora Dokumalia y se ofrecía a todos los especialistas científicos que pudieran tener interés en lo que se disponía hacer, desde psicólogos hasta gente que pudiera interesarle las consecuencias de un aislamiento tan prolongado en lugares hostiles como el espacio.

Flamini fue entrevistada por los especialistas de Dokumalia antes de entrar en la cueva, sin pantallas con referencia de horas y con dos cámaras GoPro para que fuera documentando su estado psicológico y emocional. Para ella en 500 días nunca dejaron de ser las  cuatro de la mañana. Después con todo el material grabado se montará un documental llamado TimeCave en el que mostrará su estado emocional y su desaliño físico.

"Momentos de terror y euforia, falta de memoria y concentración, alucinaciones, cambios de humor, incidentes imprevistos que han podido mandar todo al garete, filosofadas sobre el sentido de la vida y la muerte... Y te solidarizas con la cordura de alguien que se atreve a hacer lo que le hace feliz".

Beatriz estaba sola en las profundidades de la cueva, pero ha contado con el apoyo de científicos, espeleólogos y entrenadores físicos, ansiosos de comprobar "cómo afecta el aislamiento social y la desorientación temporal extrema a la percepción del tiempo". Un grupo de colegas espeleólogos le ha proporcionado alimentos y agua, le ha bajado libros de Julio Verne y Nietzche y velado por su salud y el traslado de sus desechos corporales fuera de la sima. Beatriz entró en la cueva con 48 años, en medio de las restricciones de una gravísima pandemia, y ha salido con 50 años, cuando la pandemia ha pasado a segundo  plano frente a sus consecuencias políticas como la guerra de Ucrania o la subida de la inflación global.