jueves, 18 de mayo de 2023

La madre muerta, de Juanma Bajo Ulloa (1993)

 No sé si calificar esta cinta en el género de terror psicológico, en el policiaco o simplemente, como dice el escritor Óscar Curieses en una película que ahonda en el problema del terrorismo vasco sin hacer casualmente ninguna mención al panorama político.

El protagonista es un psicópata violento que vive de pequeños robos, Ismael, y que mata a todo el que se interpone entre él y lo que desee en un momento dado. Vive en casonas deshabitadas con su compañera Maite (Lïo), de dónde sólamente sale para trabajar en un bar o para cometer sus latrocinios. La relación con Maite es de dominación y castigo ante la más mínima transgresión de unas normas que cambian continuamente a capricho de Ismael. Maite se siente orgullosa de su hombre y considera un honor ser dominada, manipulada y ninguneada por alguien como él.

En uno de los robos de Ismael (Karra Elejalde), mata a la propietaria del piso desvalijado ante su hija, que tampoco sale bien parada, porque se lleva un balazo en la cabeza. Años después, Leire (Ana Alvárez) tiene un retraso cognitivo importante y pasea con su cuidadora todos los días delante de su bar. Tras matar al dueño del local, Ismael, temeroso irracionalmente de que la muchacha le delate, secuestra a la adolescente y la encadena en su casa.

Entonces empiezan las investigaciones de la señora Millás y la enfermera Blanca para rescatarla, y las presiones de Maite para que Ismael termine de una vez lo que empezó hace tantos años. Maite  teme ser desplazada por la muchacha que no hace nada, salvo estar presente, pero las mentes simbólicas de la pareja asesina hacen todo el trabajo que les lleva hacia la autodestrucción. Porque Ismael no se decide a ejecutar a la chiquilla, pese a que lo intenta una y otra vez, precisamente porque no reacciona en absoluto ante nada de lo que hace para amenazarla. Si simplemente tuviera miedo como las demás, él sabría que hacer....

¿Qué tiene que ver todo esto con los etarras? El mero hecho de que Ismael domina y castiga, mata a todo el que se interpone entre lo que él quiere y él. No ama a Maite, como subordinada que es, solo la tolera. Maite es incapaz de actuar al margen de Ismael, a pesar de que la presencia de Leire sí es una amenaza para su status quo. Se convencen de que su seguridad depende de que Leire desaparezca para siempre de sus vidas pero piden un rescate por ella para huir. ¿Están interesados realmente en el botín, se han cansado de vivir a salto de caballo, o simplemente es la única emoción pura que sienten en sus malogradas vidas la que los destruye?

La única diferencia con la ETA real es que aparte de que la Organización nacionalista jamás puso en la diana de sus ataques a una mujer, mucho menos a una de a pie o a una discapacitada, se centró en personas vinculadas al mundo empresarial y político. La única excepción fue el futbolista  Quini, del Futbol Club Barcelona.

La otra cuestión, según Curieses, es que Ismael trata de que Maite reaccione positivamente frente a él, llegando a vestirse de payaso. Pero para Leire Ismael simplemente está ahí, como las cadenas con las que la han atado. No ríe, pero tampoco tiene miedo. Es un caso perdido para un hombre que se alimenta de los miedos más primarios de los demás.

Para ver:

https://www.youtube.com/watch?v=lKu1fQwjwNo

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