Es 1943. La operación de la aviación aliada con el nombre en clave Gomorrah ha convertido la ciudad portuaria de Hamburgo en un infierno viviente.
"La tormenta de fuego fue tan fuerte que los sombreros fueron arrancados de las cabezas y giraron por el aire como bolas de fuego ardientes", escribirá más tarde en un informe para el Abwehr un testigo presencial. "Incluso los niños pequeños, corriendo solos, fueron laevantados del sulo y arrojados por el aire". Peters sobrevivió a esa noche pero al coste de perder a su esposa.
Llamada así por una ciudad bíblica destruida con fuego y azufre por la ira de Dios, La Operación Gomorrah fue una campaña de bombardeo aéreo de ocho días de duración y siete noches diseñada para destruir la segunda ciudad industrial más grande de Alemania. Fue un intento de acortar la guerra y bajar la moral de los civiles alemanes. También fue el debut de una nueva tecnología que volvió el radar inútil.
Al principio de la Segunda Guerra Mundial los británicos se negaban a devolver los ataques contra objetivos civiles como Coventry y Londres con acciones contra la población civil alemana. Cuando un periodista le habló en ese sentido a Churchill este respondió: "Esta es una guerra militar, no civil".
Se programaron ataques diurnos contra objetivos militares e industriales pero el riesgo y la mortalidad entre los pilotos provocadas por los cazas de la Luftwaffe y el fuego antiaéreo hizo decantarse a la Inteligencia Militar por los ataques nosturnos. Pero los bombarderos aliados no estaban diseñados para esas operaciones nocturnas de precisión por lo que solo una de cada cinco bombas cayó cerca del objetivo.
En 1943 empezaron los ataques de concentración de bombas sobre objetivos civiles, dado que todo lo anterior no servía. Winston Churchill y el presidente de los Estados Unidos, Franklin D. Rooselvelt, creyeron que la destrucción de una ciudad industrial crearía el final del apoyo incondicional de los civiles alemanes a su Gobierno y que rebajaría la presión sobre la Unión Soviética, que había sido invadida en 1941.
Se seleccionó Hamburgo porque era un importante puerto para la flota de guerra alemana. Allí atracaban para hacer reparaciones y aprovisionarse de víveres y recambios los submarinos, y sus 1,5 millones de habitantes estaban haciendo en las fábricas de la ciudad importantes contribuciones al esfuerzo de guerra.
Las mismas razones que hacían de Hamburgo un objetivo tan prometedor lo convertían en una trampa mortal para las tripulaciones de los bombarderos. Estaba erizada de cañones antiaéreos y disponía de la más avanzada tecnología de radar.
El científico de telecomunicaciones británico Joan Curran había diseñado Window, un sistema de contraataque contra el radar consistente en crear señales falsas en las pantallas de radar alemanas consistentes en tiras de aluminio junto a las bombas. Cuando las ondas de radar golpeaban esos cientos de tiras brillantes, reflejaban su energía de regreso a las pantallas, engañándo a los artilleros antiaéreos para que apuntasen a espacios muertos.
A la 1 AM del 24 de julio de 1943, cayeron las primeras bombas de la Operación Gomorrah. Cientos de aviones britanicos y estadounidenses sobrevolaron Hamburgo y dejaron caer su carga mortal.
Confundida por el sistema Window, las Fuerzas Aéreas alemanas enviaron oleadas de caza en misiones de contraataque sin sentido y los artilleros de tierra disparaban poco menos que al azar. En tierra, los ciudadanos alemanes se esforzaban por apagar los incendios provocados por las bombas y que destruyeron manzanas enteras de toda la ciudad. Los informes de los testigos hablan de llamas cegadores, civiles en pánico y derrumbe de edificios.
Tal y como lo aliados habían planeado una combinación de metereología y bombas incendiarias destruyeron Hamburgo, que había sufrido un invierno seco. Las estructuras de madera ardieron como la yesca.
La noche del 27 de julio vientos de 170 kilómetros por hora golpearon la ciudad, provocados por un calor capaz de fundir el asfalto y el vidrio de las ventanas. El oxígeno caliente sirvió como combustible para los incendios y fue reemplazado por monóxido de carbono y humo, sofocando a los vecinos.
Los civiles trataban ya por entonces de abandonar la ciudad con las ropas quemadas y suaves quemaduras de primer grado en su piel, mientras sorteaban cadáveres y escombros. Heinrich Johannsen emergió con su hijo de un sótano en construcción. "Vi algunas personas convertidas en antorchas humanas". Para los pilotos, los cuerpos simplemente se desintegraban. Los incendios levantaron una humareda a 20.000 pies. Los pilotos de caza se quejaban del olor a carne quemada que llegaba hasta sus carlingas de pilotaje.
Una semana después los bomberos, las Juventudes Hitlerianas y los milicianos civiles apagaron el último incendio. Los aliados habían arrojado 4.000 toneladas de bombas, y 37.000 personas habían muerto en los combates aéreos y en tierra. Más del 60 por ciento de la ciudad estaba en ruinas. Cerca de un millón de personas se echaron a las carreteras para irse para siempre de Hamburgo. Trenes con prisioneros de los campos de concentración y "trabajadores invitados" fueron enviados a la región para enterrar e incinerar cuerpos y para retirar escombros.
Al bombardeo de Hamburgo le siguieron los bombardeos de Dresde por parte de los británicos y de las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki en 1945. Las fábricas volvieron a producir material y suministros de guerra a los pocos meses en Hamburgo. La Operación Gomorrah fue inutil propagandísticamente porque unió más a los civiles alemanes y los hizo más dependientes de las autoridades nazis. Y Hitler se volvió más determinado a resisiir hasta las últimas consecuencias.

No hay comentarios:
Publicar un comentario