Cinco personas murieron a bordo del submarino Titán. Querían ver de cerca los restos del pecio más famoso del mundo. Todos ellos firmaron que podían perder la vida durante la excursión. Alguien sabía que iba a pasar.
Una noche, en una taberna de las Bahamas, Patrick Lahey, un experto en sumergibles, conoció a un grupo de parroquianos. Estos le contaron que estaban trabajando en un sumergible llamado Titán que llevaba a clientes multimillonarios a visitar los restos del Titanic, un pecio a más de 3000 metros de profundidad. Cuando Lahey vio la nave al día siguiente y la actitud de los miembros de la expedición entre turística y oceanográfica, sintió un presentimiento: "Aquello no parecía una expedición seria. Parecía que se iban a pescar"
El sumergible Titán estuvo en activo hasta junio de 2023, cuando dejó de comunicarse con su buque nodriza a 370 kilómetros de Terranova (Canadá) y 105 minutos del Titanic, con cinco personas a bordo. El submarino implosionó bajo una presión de 379 bares, a casi dos millas y media de profundidad.
Los tres pasajeros habían pagado 230.000 euros por ver el pecio. Eran Shazada Dawood, un empresario británico paquistaní de 48 años; su hijo Suleman, de 19; el magnate de las aerolíneas Hamish Harding, de 58. El guía y arqueólogo marino Paul Henrí Nargeolet, de 77 años; y Richard Stockon Rush, de 61, fundador y director ejecutivo de OceanGate.
Los expertos en exploración subacuática dicen que Rush era un irresponsable de gran ego. Ël mismo había declarado cuando le llamaban la atención sobre todo lo que podía salir mal a grandes profundidades:"La seguridad es basura. Para estar seguro no salgas de casa".
Rush había querido ser piloto militar pero tenía mala vista y los reclutadores de las Fuerzas Aéreas lo rechazaron. Muentras estudiaba Empresariales se interesó por la exploración espacial pero entonces el multimillonario Richard Branson anunció una época de turismo espacial con su Space Ship One. "No quiero viajar al espacio como turista. Quería ser el capitán Kirk en el Enterprise; explorar". Así que se enfocó en el océano y construyó su sumergible monoplaza que pilotó por aguas poco profundas cerca de su casa de Seattle.
En enero de 2018, con el Titán casi terminado, Lochridge, un ingeniero naval, le presentó a Rush un informe con todas las deficiencias del sumergible. El casco de fibra de carbono era una mala idea, faltaban remaches, el timón parecía un mando de videoconsola, había juntas sueltas, las mangueras estaban en el exterior, por lo que era mas que una posibilidad que se enredaran... De hecho, la fibra da carbono, ya se estaba deshaciendo, según el informe.
Y vinieron las primeras inmersiones. Brian Weed, cámara de la serie Spedition Unknown, que había nadado con tiburones tibre y descendido en rappel por barrancos, dice que Rush le hizo pasar verdadero miedo Primero fallaron las comunicaciones con la superficie. "El ordenador tuvo que reiniciarse varias veces. No podíamos avanzar ni pedir ayuda. Estábamos muertos en el agua" explicó Weed. Además no había escotilla de escape y solo podía abrirse desde el exterior. Weed se retiró del proyecto tras esta inmersión.
La actitud de Shazada Dawood, uno de los magnates muertos en la última inmersión es que si él pagaba lo acordado, la tripulación de superficie sabía lo que estaba haciendo. Los directivos de OceanGate les hicieron firmar a los pasajeros un documento en que se hacía mención de la posibilidad de morir varias veces y que no se responsabilizaría a la empresa de lo que saliese mal. Suleman, el adolescente, iba aterrorizado, y solo por complacer a su exigente padre.
Christine, la esposa de Shazada Dawood, declaró: "Primero el buque nodriza comunicó que había perdido el contacto con radio con el Titán pero que era algo normal tras una hora. Al final del día reconocieron que algo iba mal. Cuatro días después era oficial.: la dotación del sumergible y el pasaje no volverían a casa".
¿Se acuerdan de Lahey, el explorador submarino y empresario con el que empezamos este reportaje? Ël dice que el sumergible era aprovechable, pero para exploración sin tripulantes. Lo demás era una locura por la que Rush pagó el precio.
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