La historia del Monopoly es mucho más compleja y paradójica de lo que su apariencia de juego capitalista sugiere. En realidad, su origen está ligado a una mujer, Elizabeth (Lizzie) Magie, y a una intención completamente opuesta: criticar el sistema económico que el Monopoly actual parece celebrar.
Lizzie Magie fue una escritora, actriz y activista estadounidense que, a comienzos del siglo XX, se interesó profundamente por las ideas del economista Henry George. George sostenía que la tierra y los recursos naturales no deberían pertenecer a individuos privados, sino a toda la comunidad, y que las rentas derivadas de su uso debían ser gravadas para redistribuir la riqueza y reducir la desigualdad. Estas ideas, conocidas como “georgismo”, inspiraron a Magie a crear un juego educativo que enseñara cómo la especulación y el monopolio de la propiedad enriquecen a unos pocos a costa del empobrecimiento de los demás.
En 1903 diseñó The Landlord’s Game, un tablero que representaba una sociedad donde los jugadores compraban y alquilaban terrenos, pagaban impuestos y trataban de sobrevivir en un entorno económico desigual. El objetivo del juego no era la acumulación de propiedades, sino mostrar los efectos destructivos del monopolio y del afán de lucro individual. De hecho, Magie ideó dos conjuntos de reglas: unas “prosperas”, en las que todos los jugadores ganaban si cooperaban y compartían los recursos, y otras “monopolistas”, en las que uno triunfaba arruinando a los demás. Su intención era pedagógica: que la gente comprendiera, a través de la experiencia del juego, las consecuencias morales y sociales del capitalismo competitivo.
El proyecto de Magie tenía también una dimensión feminista. En una época en la que pocas mujeres podían registrar patentes o participar en el ámbito de la economía, ella consiguió patentar The Landlord’s Game en 1904. Era una mujer que utilizaba el juego como herramienta intelectual y política, en un mundo en el que la mayoría de los discursos económicos y las invenciones eran monopolio masculino. Su creación mostraba a una mujer enseñando economía, y la propia autora defendía públicamente que las mujeres eran tan capaces de pensar sobre política y sociedad como los hombres.
Con el tiempo, el juego se fue difundiendo en comunidades progresistas y cuáqueras, donde se utilizaba para debatir sobre justicia social y propiedad. Sin embargo, en la década de 1930, un vendedor llamado Charles Darrow conoció una versión modificada del juego y la presentó a la empresa Parker Brothers como una idea propia. La compañía le compró los derechos, lo rebautizó como Monopoly y lo transformó en un producto que glorificaba precisamente lo que Lizzie Magie había querido criticar: la competencia despiadada y la acumulación de riqueza. Parker Brothers, al darse cuenta después de que existía una patente anterior, le compró a Magie sus derechos por apenas 500 dólares, sin reconocerle públicamente la autoría. El resultado fue que el Monopoly se convirtió en un símbolo del éxito capitalista, mientras su creadora y su mensaje original quedaron en el olvido.
Décadas más tarde, a partir de los años setenta, investigadores y periodistas redescubrieron la historia de Lizzie Magie. Entre ellos destacó Ralph Anspach, creador del juego Anti-Monopoly, quien luchó judicialmente contra Parker Brothers y sacó a la luz la verdad sobre los orígenes del Monopoly. Gracias a él y a estudios posteriores, como los de la periodista Mary Pilon, hoy se reconoce que el Monopoly nació como un juego anticapitalista y feminista, diseñado para enseñar los peligros del monopolio y la injusticia económica, y que fue posteriormente transformado en su opuesto: una celebración del mismo sistema que pretendía denunciar.
En ese sentido, la historia del Monopoly es un ejemplo fascinante de cómo una creación con fines educativos y críticos puede ser absorbida, neutralizada y convertida en producto del mismo sistema que cuestionaba. Lizzie Magie, invisibilizada durante décadas, representa hoy no solo una pionera del diseño de juegos, sino también una figura clave en la historia del pensamiento feminista y anticapitalista.
Fuentes recomendadas
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Mary Pilon, The Monopolists: Obsession, Fury, and the Scandal Behind the World's Favorite Board Game (2015).
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Ralph Anspach, The Billion Dollar Monopoly Swindle (1983).
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U.S. Patent Office, Patent 748,626 (1904), Lizzie J. Magie.
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