Entrevistador (E): Sr. Podell, usted ha visitado cada país del mundo a lo largo de 50 años. ¿Qué lo impulsó a embarcarse en una aventura tan monumental?
Albert Podell (AP): Todo comenzó en 1964. Dejé mi trabajo en la revista Argosy
con la idea de batir el récord del viaje terrestre más largo alrededor
del mundo. A partir de ahí, la pasión por los viajes se apoderó de mí.
Mi objetivo, que inicialmente fue coleccionar sellos de todos los países
cuando era niño, se transformó en la meta de visitar todas las
naciones.
E:
En sus viajes ha visto cosas que la mayoría de nosotros ni siquiera
imaginaría. ¿Cuáles son algunas de las cosas más extrañas o inusuales
que ha presenciado?
AP:
¡He visto de todo! Desde ataques de cangrejos voladores en Argelia
hasta encuentros con guerrilleros en Yemen. Fui robado, arrestado, me
rompí huesos y pasé por innumerables interrogatorios policiales en
lugares como Cuba. Algo realmente peculiar fue presenciar la recolección
y el consumo de ratones en Malawi, una práctica local que probé por mi
cuenta.
E:
Ha mencionado situaciones peligrosas. Una de las más impactantes es la
vez que estuvo a punto de ser ahorcado en Pakistán. ¿Qué ocurrió
exactamente?
AP: ¡Sí, ese fue sin duda uno de los momentos más cercanos a la muerte! Ocurrió en 1965, en lo que entonces era el este de Pakistán (hoy Bangladés). Fui acusado de ser un espía indio, lo cual era una acusación muy grave que podía pagarse con la horca.
Logré escapar de esa situación, aunque los detalles de cómo salí de
allí siguen siendo parte de mis "secretos de viajero". Digamos que la
suerte y el ingenio jugaron un papel crucial.
E: Además de los peligros, sus aventuras culinarias son legendarias. ¿Cuál ha sido el platillo más extraño que ha comido?
AP: Mi regla era probar casi cualquier cosa, excepto especies en peligro de extinción. Sin duda, el cerebro de un mono vivo en Hong Kong encabeza la lista de lo más extraño. También probé carne de camello vieja, que era increíblemente grasosa, y ratones a la parrilla en Malawi.
E: ¿Algún otro manjar memorablemente malo?
AP: Los ratones a la parrilla
en Malawi fueron un desafío, no por la preparación sino porque los
locales lo veían como algo de la pobreza colonial, así que me costó
encontrar quién me los sirviera. Pero en general, he comido muchas cosas
que la gente occidental consideraría inaceptables.
E: Gracias, Albert, por compartir sus increíbles historias. Su libro Around the World in 50 Years es un testimonio de una vida llena de aventuras.
AP:
El placer es mío. Espero que mis historias inspiren a otros a explorar
el mundo, aunque quizás con un poco más de precaución con la horca y el
menú.

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