Entrevista entre Simon Worrall y la zoóloga Caitlin O’Connell
SIMON WORRALL:
Caitlin, llevas más de dos décadas estudiando el comportamiento social de los elefantes en Etosha, Namibia. Una de las partes más fascinantes de tu trabajo tiene que ver con las jerarquías entre machos. ¿Cómo describirías la figura del macho alfa dentro de estos grupos?
CAITLIN O’CONNELL:
Los grupos de machos son sociedades sorprendentemente estructuradas. El macho alfa —normalmente un individuo de edad muy avanzada, con más de 40 o 45 años— ejerce una influencia que no depende solo de la fuerza, sino de la experiencia. Los machos jóvenes lo reconocen como un líder natural. En su presencia, todo se ordena: quién se acerca a la charca primero, quién puede alimentarse sin interrupciones, e incluso qué comportamientos están permitidos durante la época reproductiva.
La inhibición del musth en presencia de machos viejos
WORRALL:
Uno de tus hallazgos más sorprendentes fue la inhibición del musth en machos jóvenes cuando un viejo alfa está presente. ¿Cómo funciona ese mecanismo?
O’CONNELL:
Es extraordinario. El musth es un periodo de hiperactividad reproductiva donde los niveles de testosterona se disparan y el macho se vuelve más agresivo. Pero cuando un macho joven percibe la presencia química y visual de un dominante muy experimentado, su cuerpo, literalmente, detiene ese proceso. Se trata de una estrategia evolutiva: es mejor no arriesgarse a desafiar a un veterano con colmillos enormes y décadas de conocimiento social. Hemos registrado casos en que la secreción temporal del musth, visible en la glándula temporal, disminuye o desaparece en cuestión de horas.
El toque de trompa como gesto de respeto
WORRALL:
Tus investigaciones captaron un gesto muy evocador: jóvenes tocando la trompa del macho alfa. ¿Qué significa ese contacto?
O’CONNELL:
Es un gesto de respeto y apaciguamiento. Cuando el alfa se aproxima a una charca o un árbol preferido, los jóvenes suelen extender la trompa para tocar la suya o su rostro. Es, de algún modo, un saludo formal: “Te reconozco, sé quién eres, y no represento una amenaza”. Cuando un macho ignora este protocolo —bien por inexperiencia o por testarudez— puede ser inmediatamente reprendido: un empujón violento, un desplazamiento o incluso un golpe lateral con la cabeza. Es extraordinariamente ritualizado.
Jerarquía, agua y alimento
WORRALL:
Hablando de rituales, las charcas de Namibia parecen funcionar como auténticos anfiteatros sociales. ¿Cómo se refleja la jerarquía durante la alimentación o el acceso al agua?
O’CONNELL:
La charca es el centro de la vida social masculina. Todo se organiza alrededor del alfa.
-
Él bebe primero y en el lugar más favorable.
-
Los subordinados observan atentamente sus movimientos.
-
Tras el macho alfa, acceden los machos de rango medio.
-
Los más jóvenes, o recién llegados, esperan, a veces a respetuosa distancia.
Lo más fascinante es que este orden reduce conflictos. Los elefantes saben, desde muy jóvenes, que hay un lugar para cada uno dentro del sistema.
Una sociedad compleja y sorprendentemente estable
WORRALL:
Excepto en momentos de competencia por hembras en estro, parecería que los machos mantienen una convivencia relativamente pacífica.
O’CONNELL:
Exactamente. Mucha gente imagina a los machos como solitarios caóticos, pero en realidad forman sociedades con reglas, con mentores, con alianzas, y con comportamientos muy estables. Los jóvenes aprenden de los mayores: cómo comportarse, cómo evitar peleas innecesarias, incluso cómo aproximarse a las hembras sin provocar confrontaciones. El alfa funciona como un tutor colectivo.
WORRALL:
Caitlin, gracias por esta ventana tan íntima al mundo de los elefantes.
O’CONNELL:
Gracias a ti. Siempre es un honor compartir lo que estos animales nos enseñan sobre liderazgo, respeto y convivencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario