lunes, 15 de febrero de 2016

Plentzia recupera la memoria del Titanic español.

Se cumplen 100 años del naufragio del PRÍNCIPE DE ASTURIAS, el mayor drama de un transporte de pasajeros del Atlántico Sur, que se cobró más de 500 víctimas.

"El mar carece de toda generosidad. No puede soportar el menor asomo de sesafío, y no ha dejado de ser el enemigo irreconciliable desde que barcos y hombres tuviesen la inaudita osadía de echarse a navegar juntos pese a su ceño".

JOSEPH CONRAD. "El espejo del mar".

El PRÍNCIPE DE ASTURIAS estaba destinado, tal y como lo estuvo el Titanic durante unos pocos días, a revolucionar los conceptos naúticos y el transporte de pasajeros por mar, según el investigador Fernado García J. Echegoyen.
El buque fue construído en los astilleros Kingston, de los señores Russell Co. de Port Glasgow pero bajo la supervisión de la naviera Pinillos, pero compartía con el gigante de los astilleros Harlam & Wolf de Belfast, el lujo de algunas estancias y los camarotes de tercera clase. La historia de su naufragio se cumple el próximo mes de marzo, y persiste en la memoria de los descendientes de los oficiales que aquella noche estaban en el puente.
El buque insignia de la Marina Mercante española entró en servicio en 16 de agosto de 1914 bajo el mando del capitán José de Lotina, de 41 años, unos de los veteranos de la naviera Pinillos. El primer oficial Alejo Gardoqui se salvó porque se encontraba de permiso en tierra. También trabajaron en el puente el segundo oficial Rufino Onzaín, el jefe de máquinas Dionisio de Oñate, y el segundo maquinista Ramón de Artaza. El último viaje del Principe de Asturias comenzó el 16 de febrero de 1916, desde el puerto de Barcelona con destino a Buenos Aires, con 588 personas a bordo, entre ellas 193 tripulantes. Hicieron escala en Gran Canaria y siguieron rumbo a Santos (Brasil), cargados con 5000 toneladas de diversas mercancías. 17 días de travesía sin sobresaltos ni incidentes.
Todo eso llegaría la madrugada del 5 de marzo. Todavía alguos trasnochadores se encontraban celebrando el Carnaval pero la mayoría del pasaje dormía.. Había niebla, mala mar y arrecifes cortantes cerca de la costa. La bodega quedó desfondada y el agua invedió repentinamente los entrepuentes en los que dormían los emigrantes.
Eran 4:15 de la madrugada. Hubo peleas por los chalecos salvavidas, intentos descoordinadas para tratar de arriar los botes y un telegrafista que no pudo teclear un S.O.S. Cuando el agua helada entró en contacto con una caldera esta explotó tirando por los aires los restos de los 500 viajeros.
El capitán Lotina y el primer maquinista Oñate no lo contaron. Ramón Artaza, de guardia en la sala de máquinas, junto al segundo piloto Rufino Onzain, salvaron la vida porque se tiraron al agua a tiempo.
"Cuando hay una catástrofe, el responsable siempre termina suicidándose. A nosotros no nos hablaron nunca del tema porque éramos muy niñas, pero hemos sabido, no hace poco, que encontraron a un hombre con uniforme de Capitán de la Marina Mercante española , desenterrando los cadáveres de un banco de arena. Con los botones de madreperla de la camisa y los galones de oficial comandante. Era él y no tenía ningún disparo"., dice Miren, una de las nietas de Lotina.
"Dicen muchas cosas del PRÍNCIPE DE ASTURIAS; que sí llevaba tesoros, fondos para pagar a los hombres de Emiliano Zapata en el sur de México, cuando la revolución. Para mí lo importanta es que se recuerde a los naúfragos", repone su hermana Amaia.

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