lunes, 3 de septiembre de 2018

Gutemberg y la invención de la imprenta.

Fueron años de trabajo en equipo utilizando técnicas tan modernas como el "marketing" y la publicidad. Un financiero y un orfebre espabilado, Johanes Gutemberg, idearon la imprenta con tipos metálicos móviles.

La editorial Taschen celebra el 550 º aniversario de la muerte de Gutemberg con una edición monumental de su Biblia.

Gutemberg era un orfebre astuto. Cuando vivía en Estrasburgo trabajó como joyero y fabricó "espejos de adivinación" para los caminantes que se encaminaban a Aquisgrán. Prometían captar el halo bendito de los relicarios. Entre las reliquias guardadas en la catedral de Aquisgrán se hallaba un supuesto manto de la Virgen y los pañales del niño Jesús.

Ya de vuelta en Maguncia, después de su etapa en Estrasburgo, se embarcó en una empresa arriesgada: crear un sistema barato y eficaz de reproducción de libros. Ya existía la impresión con carácteres de madera que reproducían palabras enteras pero nuestro orfebre quiso intentarlo con carácteres móviles metálicos que representasen letras sueltas. Primero había que moldear los carácteres en metal, fabricar una prensa más potente y elaborar una tinta que no se diluyera. Y para eso se necesitaba un inversor de capital riesgo.

Gutemberg se asoció con Johann Fust, como inversor, y Peter Schöffer, como maestro calígrafo formado en la Sorbona y tipógrafo cajista. Los aprendices del taller ensayaron con carácteres de plomo, antimonio, cobre y estaño hasta que se consiguió un juego final de 300 carácteres, en mayúsculas y minúsculas, duplicadas con tildes, y signos de puntuación.

En cuanto a la tinta lo más frecuente en aquella época era una mezcla de hollín de lámpara mezclada con barniz y clara de huevo, pero se diluía pronto y era poco consistente. Era un material muy apropiado para su uso por los pintores pero no por los que imprimirían grabados con planchas de madera. Gutemberg le añadió aceite e hizo experimentos químicos hasta que logró una tinta adecuada para las imprentas.

El primer texto impreso fue la Biblia Vulgata (generalmente aceptada) en latín en la versión de San Jerónimo, del siglo VI. Invitaron a unirse al laboratorio de Gutemberg al párroco Heinrich Gunther, como asesor teológico y corrector, y se reforzó con los impresores Heinrich Kefer y Berthold Rippel.

Para vender los libros salidos del taller se contrataron hasta 20 aprendices para divulgar el nuevo producto en la feria de Francfort. Antes de terminar los ejemplares de la Biblia Vulgata ya tenían propietarios. También se hizo publicidad del nuevo proceso en la Dieta Imperial de Fránsfort, en 1454, y enviaron ejemplares recién salidos de la imprenta a la corte del emperador Federico III en marzo de 1455, así como a personajes principales del Sacro Imperio Germánico y de la Curia Romana.

La tirada de la Biblia Vulgata impresa fue de 180 ejemplares (150 sobre papel y 30 sobre vitela), pero lo que se debió requerir unas 5.000 piezas de becerro.

Enna Silvio Piccolomini, secretario y consejero imperial de Federico III escribía al cardenal español Juan de Carvajal que la letra de su Biblia impresa "era extremadamente limpia y correcta, sin ningún falseamiento. Vuestra Merced la podría leer sin ningún esfuerzo y sin anteojos". Era 1454.

Se conservan 49 ejemplares de aquella primera tirada, delos cuales solo 12 están completos. Antes de Gutemberg solo accedían al conocimiento los clérigos y los poderosos. Ahora los libros estaban accesibles para cualquiera que pudiese pagarlos. Fue importante en el desarrollo de la religión, pues ayudó a que la reforma protestante se extendiera más rapidamente, y al ocio, con la impresión de nuevos naipes.

Entre 1455 y 1500 había más de mil imprentas funcionando en Europa. A España la novedad llegó en 1472; Napoleón las introdujo en Egipto en 1798; los españoles llevaron la primera imprenta a América en 1533; Los convictos ingleses instalaron la primera imprenta australiana en 1788....

No hay comentarios:

Publicar un comentario

El silbo gomero.

 En tiempos pasados llovía mucho en la isla de La Gomera, por lo que las poblaciones quedaban incomunicadas por las crecidas de los cauces y...