miércoles, 30 de enero de 2019

Max Jacobson, el camello de los Kennedy.

El doctor Max Jacobson introdujo el "speed" en Hollywood y la Casa Blanca. Inyectaba un "cóctel personal" cargado de anfetaminas. Cecil B. Demille, Truman Capote y hasta John Kennedy fueron sus pacientes.


En 1972, durante la campaña electoral que llevó a Richard Nixon a la Casa Blanca, el New York Thimes recibió el soplo de que el candidato a la vicepresidencia, Spiro Agnew, se inyectaba anfetamina en la consulta de un misterioso médico de Manhattan. Los periodistas especializados entemas de salud no encontraron nada acerda de Agnew pero se hicieron con una lista de pacientes de lo más prometedor: actores y directores de Broadway y Hollywood, escritores, cantantes y políticos asistían a la consulta de Max Jacobson para que este les recomendase algo con lo que subirse la moral.

Jacobson llevaba desde el final de la Segunda Guerra Mundial recetando un cóctel químico cuyo principal ingrediente era la anfetamina, un estimulante hoy conocido entre los narcotraficantes como "speed". Hasta la década de los 1970 fue completamente legal. S lo recetó a personajes públicos como Tennessee Williams, Anthony Quinn o Marilyn Monroe, al cantante Eddie Fisher, al escritor Truman Capote, al director de cine Cecil B. DeMille e incluso al matrimonio Kennedy.

El judío de origen alemán era el más conocido de un grupo de médicos que recetaban anfetaminas conocidos como los doctores de Robert Freyman, un facultativa que abastecía de barbitúricos a los Beatles.

Su consulta en el Upper East Side estaba siempre rebosante de gente. El control de lo que tomaban los pacientes eran tan laxos que algunos de estos realizaban una gira por distintas consultas "de confianza" para abastecerse para una larga temporada.

Jacobson se usó a sí mismo como cobaya para estudiar la eficacia de sus cóctelesquímicos, lo que quizá afectó a su capacidad como médico. Llegó a Nueva York en el periodo de entreguerras huyendo de las botas nazis. En 1946 se divorció de su primera esposa y se casó con Nina Hagen - nada que ver con la cantante punk-, quien moriría en extrañas circunstancias en 1964. Los detractores de Jacobson afirman que detrás de esta muerte está la batería de sustancias químicas que su marido le obligaba a tomar.

A finales de los 40fue cuando Alan Jay Lerner, un productor teatral de Broadway, autor de My Fair Lady y Un Americano en París, empezó a hacerle publicidad entre los círculos teatrales. Se dice que el director de cine Cecil B. DeMille llegó a pagar un pasaje de avión a Egipto a Jacobson para tenerle a mano durante al rodaje de Los Diez Mandamientos.

Otro de los clientes de Jacobson era el entonces aspirante a la presidencia JFK. Kennedy sufría una lesión crónica de espalda desde la adolescencia que le causaba terribles dolores; como consecuencia de esto, debía tomar diversos fármacos, antibióticos y corticoides. En 1960, poco antes del debate televisado con Nixon, sumó a su botiquín los viales del doctor Jacobson.

Max Jacobson y su esposa Nina se convirtieron en la sombre del presidente. Acompañaron a los Kennedy en la ceremonia inaugural del cargo presidencial, a su encuentro en París con el presidente Charles De Gaulle y a la cumbre de Viena con el presidente ruso Nikita Kruschev en junio de 1962. "El presidente no quería arriesgarse a mostrar ante los mandatarios extranjeros que sufría un dolor de espalda incapacitante", escribió Ruth Jacobson, la tercera esposa de Max.

Esta cercanía al polémico Doctor Jacobson se consideraba secreta y aparece con cuentagotas en los documentos oficiales. Jacobson tenía que estar preparado para dejarlo todo y viajar a Washington cuando una llamada en su consulta preguntaba por el señor Dunn. Los historiadores se preguntan hasta qué punto la dependencia de las anfetaminas pudo haber afectado- si afectó- a las decisiones políticas de JFK. En el periodo que va de 1961 a 1962 se han registrado más de treinta solicitudes de la presencia del "Señor Dunn".

La cada vez mayor familiaridad del presidente con el oscuto doctor Jacobson encendió las alarmas de los servicios secretos. Los médicos de la Casa Blanca también estaban alarmados. Uno de ellos, Hans Kraus, su cirujano ortopeda, amenazó con hacer públicas las peligrosas visitas si Kennedy continuaba tomando anfetaminas. "Un líder con el botón nuclear a su alcance no debe tomar esas sustancias", le recordó.

Truman Capote nunca tuvo embarazo en reconocer que seguía las recomendaciones de Jacobson y que, tras un viaje a Europa, donde las anfetaminas no estaban disponibles, sufrió un colapso nervioso por síndrome de abstinencia. El fotógrafo Mark Shaw, fotografo oficial de la familia Kennedy, murió de sobredosis en 1969.

Tras los escándalos y las primeras leyes contra las drogas, el Colegio Médico expulsó a Jacobson en 1977. Nadie sabe qué contenían sus "intecciones mágicas" pero sí que uno de sus ingredientes principales era la anfetamina.


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