viernes, 15 de noviembre de 2019

El asesino de los caprichos, de Gerardo Herrero.

Esta buddy movie muestra a dos mujeres completamente diferentes intenando complementarse para lograr un fin común: quitar de la circulación a un asesino en serie que mata coleccionista de arte del barrio de Salamanca (Madrid). El tipo escenifica con los cadáveres mientras reproduce unos grabados de Goya de 1799: los Caprichos.

Parecía que la trama iba a ir de resolver el caso pero se pierde en cosas como la vida sexual de la inspectora Carmen Cobos en detrimento de la trama. Esperábamos ver el mundo del coleccionismo de arte pero solo vemos unas escenas muy cortas de las subastas.

En el plano positivo muestra el contraste entre la inspectora Camen Cobos (Maribel Verdú) y la subinspectora Eva (Aura Garrido). La primera es una mujer con una vida sexual promiscua, bebe demasiado- incluso mientras conduce-, es cínica, refractaria a la autoridad y practicamente parece un hombre en lo que a agresividad se refiere. Eva González es la mujer domesticada. Es madre de dos niños, se divierte en los karaokes pero, no se engañen, cuando se trata de perseguir a un asesino es tan dura como cualquiera. ¿Por qué la mayor parte de la película se pasa contrastando lo que hacen las dos protagonistas en lugar de cercar al asesino? Como decía mi mentor en la escritura creativa, todo lo que no suma resta. Y el contraste entre estas dos mujeres resta demasiado a la trama, porque el retrato de los hábitos casi masculinos de Carmen resta importancia a lo que hace y dice Eva, como si Gerardo Herrero diera por sentado que por ser lo común para una mujer del siglo XXI, es aburrido.

Carmen es la que se acuesta con hombres que no debe; La que se queda embarazada y aborta: la que persigue furgonetas; la que recibe golpes y desengaños. A Eva no le pasa absolutamente nada. Ni siquiera la vemos cuando resuelve el caso.

Para ver:
https://www.youtube.com/watch?v=KeFsidlkByk 

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