sábado, 2 de noviembre de 2019

JOKER, de Todd Phillips. Una lectura social.

Ya no hacemos películas sobre Superman. Supongo que será porque Metrópolis es una ciudad optimista y la única motivación del Hombre de Acero - que no nos debe nada- es hacer un mundo mejor.

Batman es cambio si recibe una gratificación psicológica por lo que hace y Gotham es una ciudad disfuncional, siempre al borde de un colapso que no se llega a concretar. Quizá esta película sobre el peor villano de la saga de Batman, el Joker (Joaquim Phoenix) intente mostrar por qué Occidente está al borde del colapso, en un momento en que las rupturas todavía no son oficiales ni los daños irreversibles.

Arthur Fleck es explotado en una empresa que proporciona payasos para eventos. Vive en un piso ruinoso y cuida de su madre enferma. Padece una grave enfermedad mental que le obliga a reírse a carcajacas en los momentos más trágicos y trata de llamar la atención de su  supuesto padre, Thomas Wayne, que también lo es de Bruce, el futuro Batman.

Le vemos perder el trabajo cuando se le cae una pistola en un hospital infantil durante una función, entregada por Randall, un compañero tras un incidente con unos menores. Vemos como se ríe de él, de su intento de ser cómico en vivo, un presentador de televisión. Presenciamos como el Gobierno Municipal de Gotham suprime las ayudas sociales en un gesto que hubiera aplaudido Margareth Thatcher. Acumula demasiada ira, y un día ve a tres ejecutivos de Empresas Wayne borrachos abusar de una mujer. Los matará. Se convierte, sin pretenderlo, en el líder de una revuelta popular.

 No hay héroes aquí. Fleck está demasiado preocupado con su supervivencia y sus problemas con la salud mental, sin solución sencilla, para ser un héroe. Ni siquiera para ser el villano de los comics. Los indignados del filme están furiosos con los ricos porque les oprimen pero no llevan esa furia hacia nada que les haga progresar politicamente, quizá porque el devenir de los comics no lo permite. Y Thomas Wayne cree que si los ricos son ricos, y tienen derecho a mejores viviendas y escuelas, simplemente es porque son mejores que los demás, más allá de disquisiciones morales. Ya lo he dicho. No hay héroes. Aquí nadie se sacrifica por nadie. Los pobres sobreviven y los ricos mantienen el sistema porque les beneficia.

Para ver:
https://www.youtube.com/watch?v=EIyZqNbZQI8 

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